Omar Ormachea logró, por primera vez en Bolivia, desarrollar y construir un láser de potencia, tecnología que permite disminuir la contaminación ambiental y medir los efectos del calentamiento global, entre otras aplicaciones. A futuro este instrumento podría potenciarse para usos quirúrgicos y médicos en general.
El proyecto “Láser made in Bolivia” obtuvó el tercer puesto en el Premio Nacional de Innovación Técnológica organizado por el Viceministerio de Ciencia y Técnología, cuyo objetivo fue reconocer el aporte de los bolivianos a la innovación productiva y científica para el desarrollo del país.
En el acto de premiación, efectuado el viernes en el auditorio del Ministerio de Planeamiento, se distinguió a 23 personas que fueron seleccionadas en el concurso, en dos categorías: innovación e investigación.
El doctor en Física de láseres y espectocopía Omar Ormachea explica que el láser sólido pulsado del tipo YAG:Nd+++, que desarrolló, es uno de los más empleados en la investigación científica en el mundo.
Según explica, el costo de un aparato similar de industria estadounidense está entre 25 y 30.000 dólares, “pero, con la construcción en Bolivia, este monto podría disminuir entre 60 y 70 por ciento”, vale decir que puede llegar a costar entre 10 y 12.000 dólares.
El primer equipo de láser en el mundo fue construido en 1960 y desde esa época se fueron perfeccionando diferentes variedades según su aplicación para tecnologías médicas, bélicas, aeroespaciales y otras.
Uso y funcionamiento
El físico comenta que el dispositivo está basado en eyección óptica a través de una lámpara flash que genera haces láser de 1.064, 0,532 y 0,355 de longitudes de onda, es decir diferentes intensidades graduables según el uso.
Entre las aplicaciones que detalla Ormachea, en cuanto al cuidado ambiental, está “la degradación de elementos tóxicos ya que permite eliminar cianuros de arsénico en aguas residuales generadas, generalmente, por la falta de tratamiento y control en algunas empresas mineras del país”.
En Bolivia existen 150 millones de toneladas de pasivos ambientales —minerales, químicos o compuestos— “que son una peligrosa bomba de tiempo si es que no se los trata de manera oportuna y adecuada”.
El experto cuenta que uno de los casos más preocupantes está en la cuenca del río Pilcomayo, en Tarija, cuya parte superior ya no tiene peces como efecto de la contaminación minera. Lo mismo ocurre en el drenaje ácido que producen las minas de Oruro y que van a desembocar al lago Poopó.
Ormachea sostiene que al aplicar el láser —que sale del dispositivo como una luz violeta— se pueden transformar y disminuir los efectos nocivos del arsénico y el cianuro en aguas residuales en las zonas aledañas a complejos mineros.
Otra de las aplicaciones del invento es el monitoreo atmosférico del calentamiento global. “La pieza permite hacer el estudio y cuantificación de las variables climatológicas a diferentes alturas. Su alcance puede llegar hasta los 20 kilómetros”.
Ormachea no descartó que en un futuro con esta base se pueda construir láser para otros usos como la medicina, puesto que en otros países ya utilizan instrumentos similares para cirugías y otro tipo de tratamientos médicos.
Antecedentes
El inventor, que actualmente dirige el Centro de Investigaciones Ópticas (CIO) de la Universidad Privada de Bolivia (UPB), explica que “el proyecto arrancó hace más de dos años y, para el armado del equipo, utilizamos piezas de reciclaje y partes de equipos comunes, como discos duros de computadoras, e infinidad de piezas electrónicas (circuitos, diodos, etc.) que después de ser modificadas se usaron en la parte eléctrica del dispositivo”.
Para el soporte físico se usaron elementos comerciales como pernos, cables, tubos, aluminio, y resistencias que fueron modificados y adaptados según las necesidades”.
“Si se llega a sistematizar el uso constante y frecuente de este invento, Bolivia pasará a ser el cuarto país latinoamericano
—después de Brasil, Argentina, y México— que aplica este tipo de tecnología”.
Otros inventos destacados
El viceministerio de Ciencia y Tecnología premió el viernes 25 de julio a 23 ganadores de diferentes menciones del Premio Nacional de Innovación tecnológica, certamen estatal organizado por primera vez en Bolivia.
Entre los proyectos destacados en la categoría de innovación se encuentra un mecanismo tecnológico para el control del medio ambiente en empresas mineras, construído por Félix Carrillo de la fundación Medmin. La aplicación técnica del mechero para el riego de plantas forestales nativas con menos consumo de agua en zonas áridas, elaborado por Jimmy Mamani Layme, también fue acreedor de una distinción.
En la categoría de invención, se destacó la creación de un compuesto de resina sintética reforzado con fibras de bambú destinado a reforzar materiales de construcción, a cargo de Isabel Cerruto.
También fue distinguido Reinhard Mayer, por un proyecto de secado solar de productos agrícolas.
Omar Ormachea, el inventor, trabaja en la Universidad Privada de Bolivia.
El equipo que creó cuesta entre 25 y 30.000 dólares en Estados Unidos.
Con su diseño, la pieza de alta tecnología, llega a valer entre 10 y 12.000 dólares
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