Los escolares recurren ahora a la tecnología para hostigar a sus compañeros. Un estudio de 2008, realizado por la psicóloga y pedagoga Pilar Chávez para la obtención de su maestría, reveló esta nueva forma de acoso: se denomina bullying.
Las agresiones entre colegiales tienen varias formas: golpes, la humillación verbal —el apodo, el insulto— y ahora, la virtual, a través de redes sociales, el chat (charla), o los blogs (páginas virtuales personales).
“En realidad, el bullying es un fenómeno que se estudia recién hace un par de años en el mundo. De hecho, no hay antecedentes en Bolivia, pero es cada vez más común”, contextualiza la psicóloga y pedagoga.
La investigadora halló que el insulto (que se basa principalmente en la mofa de las características corporales, como gordo) es la agresión más común entre los menores de edad.
Además encontró que hoy adoptan instrumentos de la modernidad, como la informática, para expresar sus enojos.
La especialista dice que el chat les resulta efectivo para minimizar al otro, pues da la posibilidad del anonimato y se prolonga temporalmente, incluso cuando el agredido abandona el ciberespacio.
Bullying es el anglicismo con que pedagogos y psicólogos denominan al abuso “entre pares”: agredir específicamente al compañero de aula, física, psicológica o verbalmente.
El estudio
Los adolescentes observados por Chávez, durante un mes, para identificar el hostigamiento entre pares fueron 90. Eran chicos del tercero de secundaria de tres colegios fiscales en el centro de la ciudad de La Paz, donde ella puso a prueba su propuesta de Programa de Prevención de Violencia en las Escuelas.
“Fueron esos colegios porque tuve acceso”, aunque menciona que no significa que el bullying no exista en unidades educativas particulares.
“En los colegios estudiados —explica Chávez algunas de sus conclusiones—, ni docentes ni padres admiten que el insulto es violencia”, socialmente se asume que el abuso es sólo el daño físico, y el ataque verbal es inofensivo. “El apodo es una ofensa, pero ni padres ni profesores lo ven así”.
Detectó que las características físicas de los estudiantes son el blanco más común de la molestia, sobre todo contra los chicos con sobrepeso. El segundo aspecto usado contra el compañero es la inteligencia: “se adoptó término negativos como nerd o ‘corcho’”.
La violencia física suele ser encubierta con empujones o toques aparentemente juguetones, incluso evidentes en los recreos.
Chávez dice que en su estudio no diagnosticó cifras ni siguió los casos para develar consecuencias en el agredido, pues se trató de un análisis cualitativo, que tuvo por finalidad delinear los comportamientos estudiantiles.
Las agresiones “virtuales”
“El chat es un espacio propicio para el bullying, porque no hay forma de saber quién se contacta —sostiene Chávez—, a menos que lo diga”. El agredido está expuesto, pues el bochorno puede continuar si el agresor se mantiene conectado, aunque la víctima abandone la charla.
Los correos electrónicos, charlas en chat, son canales subterráneos e íntimos, en los que los estudiantes pueden atacar, asegura la pedagoga, difíciles de advertir para el entorno y para hacer un diagnóstico.
Pueden exponer y prolongar la humillación ante millones de personas en redes sociales.
La psicóloga especializada en área educativa Lucía Montenegro concluye: “Si el abusivo da la cara y no se esconde en el anonimato cuando agrede, el acto de acosar fuera del aula es la prolongación de la agresión, y el niño siente placer”.
Y si es anónimo, como posibilita el chat, no tiene que excusarse ante nadie por la actitud negativa. “Se trata de chicos que por lo general crecieron en ambientes en que no se les permitía voz ni voto ni opinar y menos discrepar”.
Montenegro aclara que el bullying siempre existió, pero hoy se hace más común, agresivo y modernizado.
Los formas
El gerente de Productos de la empresa de Telecomunicaciones AXS Bolivia, Armando Lara, expone que el ciberbullying se expande a la informática.
Las agresiones pueden ser anónimas, con mensajes de texto mandados a teléfonos celulares, o escribiendo ataques en las páginas blogs de la víctima, la que se caracteriza por ser personal, con intereses que expone el individuo y a la que cualquiera tiene libre acceso, como si se tratara de una página web.
Pero también se puede agredir cambiando la identidad. Lara explica: “Cualquiera puede acceder a un correo electrónico sin necesidad de dar sus datos fidedignos, para así insultar o acosar al compañero”.
En ambos métodos, es altamente difícil que se llegue a saber la procedencia del material, si es falsa la identidad, eso puede quedar por siempre en el anonimato.
La forma más moderna es en redes sociales, como Facebook, o audiovisuales y masivos, como YouTube.
El agredido calla, aunque sienta rabia o lástima de sí
La personalidad del escolar que es víctima del hostigamiento suele ser la de un sujeto que creció como víctima: débil, inseguro y con baja autoestima. Por lo general, es un menor sobreprotegido en el ámbito familiar.
La violencia en la familia no es igual de un núcleo a otro, y puede ser la raíz de su impavidez: asumió la agresión como parte de su entorno.
Puede no serle atípicas las acciones de diferentes magnitudes: coscorrones, pellizcos, gritos, humillaciones, burlas, castigos físicos, silencios, hasta la privación de libertad o casos extremos, lesiones mortales.
Las causas de su silencio y temor a no permitir el abuso pueden ser el grado de verticalidad de la estructura familiar, o de rigidez de esa jerarquía; creencias en torno a la obediencia y el respeto, o en torno al valor de la disciplina y el castigo. También puede provocar su perfil el grado de adhesión a los estereotipos de género o el grado de autonomía de los miembros del núcleo familiar.
Ante ese perfil, hay necesidad de intervenir en problemas que tienen los estudiantes, pero que lamentablemente no se toman en cuenta, ya que en las unidades educativas se pone énfasis a lo cognoscitivo y no a aspectos ligados al desarrollo psicológico sano.
La raíz del comportamiento agresivo de los niños se esconde en la familia y en la escuela
El bullying es la forma de agresión más reciente mediante la red internet: es el hostigamiento al compañero, ya no sólo con agresiones o burlas, sino con una humillación acrecentada por la tecnología.
La psicóloga especializada en área educativa Lucía Montenegro manifiesta que el hogar y la familia son el escenario y la raíz determinantes para un ser humano. Se hereda lo que se oye, lo que se ve, lo que se hace, aunque sea inaceptable, como la violencia.
“De ahí deviene el cliché tan cierto de que un padre pegador cría un hijo que será pegador. La forma de esos comportamientos o reacciones violentos es lo de menos, ya sea con golpes o colgando videos en una página web pública de acceso libre”.
Concluye que el fondo que trasciende es que ese menor de edad crece asumiéndose más o mejor que otro y con la potestad de ejercer poder. “Su propia inseguridad o vacío le impulsa a ver a otros menos de lo que él se siente”.
Montenegro dice que la modernidad, en estos casos, no puede ser satanizada, ya que el acto negativo emerge del hogar. “El niño o adolescente agresor son inseguros de sí mismos, sean infantes o muchachos, y precisan revalidarse a costa de otro o tener protagonismo”.
Para la investigadora Pilar Chávez, que en 2008 realizó una investigación sobre este fenómeno para la obtención de su maestría, el sistema educativo es la primera razón para que se manifiesten nuevas y más visibles formas de maltrato o agresiones entre menores de edad. Puntualiza que el sistema debe modificar su currícula y evaluación, ya que no identifica las riquezas integrales ni promueve aún un comportamiento asertivo y de convivencia en la enseñanza de aulas.
“Sólo se ven procesos de aprendizaje: cómo estudiar mejor, obtener más nota; no se ve cómo y cuál debe ser el desarrollo de la persona, no se presta atención a su formación integral, por ejemplo para considerar a una persona tolerante”.
Montenegro analiza que ni los padres, ni docentes, ni autoridades prestan atención a esas agresivas formas de relación. Chávez opina que para revertir las secuelas en la formación del individuo, se deben promover charlas y talleres de interrelación social y en convivencia con los escolares,.
La psicóloga Montenegro alerta que actualmente el bullying es objeto de estudio, debido a que eleva el nivel de la violencia hacia el compañero de aula, y sus secuelas son graves.
“Ofenden y maltratan a un estudiante, acción que es grabada mediante cámaras de teléfonos celulares. Luego bajan las imágenes a sitios de la red, donde se reciben y publican videos”. El resultado: la humillación se amplifica, porque no se limita a las paredes del curso y se extiende temporalmente.
La psicóloga Montenegro opina que el alumnado de colegio pagante tiene más acceso a herramientas tecnológicas, que pueden ser un canal de la agresión, como el ciberespacio.
Los apelativos utilizados comúnmente por los colegiales son “gordo” y “corcho”.
Las agresiones entre colegiales tienen varias formas: golpes, la humillación verbal —el apodo, el insulto— y ahora, la virtual, a través de redes sociales, el chat (charla), o los blogs (páginas virtuales personales).
“En realidad, el bullying es un fenómeno que se estudia recién hace un par de años en el mundo. De hecho, no hay antecedentes en Bolivia, pero es cada vez más común”, contextualiza la psicóloga y pedagoga.
La investigadora halló que el insulto (que se basa principalmente en la mofa de las características corporales, como gordo) es la agresión más común entre los menores de edad.
Además encontró que hoy adoptan instrumentos de la modernidad, como la informática, para expresar sus enojos.
La especialista dice que el chat les resulta efectivo para minimizar al otro, pues da la posibilidad del anonimato y se prolonga temporalmente, incluso cuando el agredido abandona el ciberespacio.
Bullying es el anglicismo con que pedagogos y psicólogos denominan al abuso “entre pares”: agredir específicamente al compañero de aula, física, psicológica o verbalmente.
El estudio
Los adolescentes observados por Chávez, durante un mes, para identificar el hostigamiento entre pares fueron 90. Eran chicos del tercero de secundaria de tres colegios fiscales en el centro de la ciudad de La Paz, donde ella puso a prueba su propuesta de Programa de Prevención de Violencia en las Escuelas.
“Fueron esos colegios porque tuve acceso”, aunque menciona que no significa que el bullying no exista en unidades educativas particulares.
“En los colegios estudiados —explica Chávez algunas de sus conclusiones—, ni docentes ni padres admiten que el insulto es violencia”, socialmente se asume que el abuso es sólo el daño físico, y el ataque verbal es inofensivo. “El apodo es una ofensa, pero ni padres ni profesores lo ven así”.
Detectó que las características físicas de los estudiantes son el blanco más común de la molestia, sobre todo contra los chicos con sobrepeso. El segundo aspecto usado contra el compañero es la inteligencia: “se adoptó término negativos como nerd o ‘corcho’”.
La violencia física suele ser encubierta con empujones o toques aparentemente juguetones, incluso evidentes en los recreos.
Chávez dice que en su estudio no diagnosticó cifras ni siguió los casos para develar consecuencias en el agredido, pues se trató de un análisis cualitativo, que tuvo por finalidad delinear los comportamientos estudiantiles.
Las agresiones “virtuales”
“El chat es un espacio propicio para el bullying, porque no hay forma de saber quién se contacta —sostiene Chávez—, a menos que lo diga”. El agredido está expuesto, pues el bochorno puede continuar si el agresor se mantiene conectado, aunque la víctima abandone la charla.
Los correos electrónicos, charlas en chat, son canales subterráneos e íntimos, en los que los estudiantes pueden atacar, asegura la pedagoga, difíciles de advertir para el entorno y para hacer un diagnóstico.
Pueden exponer y prolongar la humillación ante millones de personas en redes sociales.
La psicóloga especializada en área educativa Lucía Montenegro concluye: “Si el abusivo da la cara y no se esconde en el anonimato cuando agrede, el acto de acosar fuera del aula es la prolongación de la agresión, y el niño siente placer”.
Y si es anónimo, como posibilita el chat, no tiene que excusarse ante nadie por la actitud negativa. “Se trata de chicos que por lo general crecieron en ambientes en que no se les permitía voz ni voto ni opinar y menos discrepar”.
Montenegro aclara que el bullying siempre existió, pero hoy se hace más común, agresivo y modernizado.
Los formas
El gerente de Productos de la empresa de Telecomunicaciones AXS Bolivia, Armando Lara, expone que el ciberbullying se expande a la informática.
Las agresiones pueden ser anónimas, con mensajes de texto mandados a teléfonos celulares, o escribiendo ataques en las páginas blogs de la víctima, la que se caracteriza por ser personal, con intereses que expone el individuo y a la que cualquiera tiene libre acceso, como si se tratara de una página web.
Pero también se puede agredir cambiando la identidad. Lara explica: “Cualquiera puede acceder a un correo electrónico sin necesidad de dar sus datos fidedignos, para así insultar o acosar al compañero”.
En ambos métodos, es altamente difícil que se llegue a saber la procedencia del material, si es falsa la identidad, eso puede quedar por siempre en el anonimato.
La forma más moderna es en redes sociales, como Facebook, o audiovisuales y masivos, como YouTube.
El agredido calla, aunque sienta rabia o lástima de sí
La personalidad del escolar que es víctima del hostigamiento suele ser la de un sujeto que creció como víctima: débil, inseguro y con baja autoestima. Por lo general, es un menor sobreprotegido en el ámbito familiar.
La violencia en la familia no es igual de un núcleo a otro, y puede ser la raíz de su impavidez: asumió la agresión como parte de su entorno.
Puede no serle atípicas las acciones de diferentes magnitudes: coscorrones, pellizcos, gritos, humillaciones, burlas, castigos físicos, silencios, hasta la privación de libertad o casos extremos, lesiones mortales.
Las causas de su silencio y temor a no permitir el abuso pueden ser el grado de verticalidad de la estructura familiar, o de rigidez de esa jerarquía; creencias en torno a la obediencia y el respeto, o en torno al valor de la disciplina y el castigo. También puede provocar su perfil el grado de adhesión a los estereotipos de género o el grado de autonomía de los miembros del núcleo familiar.
Ante ese perfil, hay necesidad de intervenir en problemas que tienen los estudiantes, pero que lamentablemente no se toman en cuenta, ya que en las unidades educativas se pone énfasis a lo cognoscitivo y no a aspectos ligados al desarrollo psicológico sano.
La raíz del comportamiento agresivo de los niños se esconde en la familia y en la escuela
El bullying es la forma de agresión más reciente mediante la red internet: es el hostigamiento al compañero, ya no sólo con agresiones o burlas, sino con una humillación acrecentada por la tecnología.
La psicóloga especializada en área educativa Lucía Montenegro manifiesta que el hogar y la familia son el escenario y la raíz determinantes para un ser humano. Se hereda lo que se oye, lo que se ve, lo que se hace, aunque sea inaceptable, como la violencia.
“De ahí deviene el cliché tan cierto de que un padre pegador cría un hijo que será pegador. La forma de esos comportamientos o reacciones violentos es lo de menos, ya sea con golpes o colgando videos en una página web pública de acceso libre”.
Concluye que el fondo que trasciende es que ese menor de edad crece asumiéndose más o mejor que otro y con la potestad de ejercer poder. “Su propia inseguridad o vacío le impulsa a ver a otros menos de lo que él se siente”.
Montenegro dice que la modernidad, en estos casos, no puede ser satanizada, ya que el acto negativo emerge del hogar. “El niño o adolescente agresor son inseguros de sí mismos, sean infantes o muchachos, y precisan revalidarse a costa de otro o tener protagonismo”.
Para la investigadora Pilar Chávez, que en 2008 realizó una investigación sobre este fenómeno para la obtención de su maestría, el sistema educativo es la primera razón para que se manifiesten nuevas y más visibles formas de maltrato o agresiones entre menores de edad. Puntualiza que el sistema debe modificar su currícula y evaluación, ya que no identifica las riquezas integrales ni promueve aún un comportamiento asertivo y de convivencia en la enseñanza de aulas.
“Sólo se ven procesos de aprendizaje: cómo estudiar mejor, obtener más nota; no se ve cómo y cuál debe ser el desarrollo de la persona, no se presta atención a su formación integral, por ejemplo para considerar a una persona tolerante”.
Montenegro analiza que ni los padres, ni docentes, ni autoridades prestan atención a esas agresivas formas de relación. Chávez opina que para revertir las secuelas en la formación del individuo, se deben promover charlas y talleres de interrelación social y en convivencia con los escolares,.
La psicóloga Montenegro alerta que actualmente el bullying es objeto de estudio, debido a que eleva el nivel de la violencia hacia el compañero de aula, y sus secuelas son graves.
“Ofenden y maltratan a un estudiante, acción que es grabada mediante cámaras de teléfonos celulares. Luego bajan las imágenes a sitios de la red, donde se reciben y publican videos”. El resultado: la humillación se amplifica, porque no se limita a las paredes del curso y se extiende temporalmente.
La psicóloga Montenegro opina que el alumnado de colegio pagante tiene más acceso a herramientas tecnológicas, que pueden ser un canal de la agresión, como el ciberespacio.
Los apelativos utilizados comúnmente por los colegiales son “gordo” y “corcho”.
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