Las tarifas de internet, telefonía fija y móvil y otros servicios podrán reducirse hasta en 30 por ciento en virtud del ahorro que obtendrán en ese mismo porcentaje los operadores nacionales de telecomunicaciones cuando el país cuente con su propio satélite.
El presidente Evo Morales consiguió la semana pasada en Ginebra (Suiza) permiso de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) para poner en órbita el primer satélite boliviano.
El viceministro de Ciencia y Tecnología, Róger Carvajal, señaló a La Prensa que el efecto reductor también se extenderá a otras instituciones, privadas y estatales, por la operación de sus redes satelitales, lo cual incidirá en una mayor incorporación de servicios de información y comunicación, por ejemplo, en el área rural.
Abre la posibilidad de ejecutar el proyecto de telefonía e internet (acceso universal) para alrededor de 25.000 localidades rurales con una población inferior a los 350.000 habitantes.
Agregó que se podrá instalar más telecentros educativos fronterizos e impulsar programas de prevención de fenómenos climáticos y desastres naturales y también desarrollar programas de teleeducación y telemedicina para las áreas rurales en el marco del acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Brindará además la posibilidad de atender las necesidades de los sectores más postergados por su ubicación geográfica.
Según Carvajal, la imposibilidad de contar con un satélite propio obliga a que los operadores locales de telecomunicaciones dependan de costos impuestos por los proveedores del servicio.
Los proyectos de telecomunicación con orientación social se encarecen.
La puesta en órbita de un satélite propio será factible en tres años, pero en seis meses comenzarán los estudios técnicos a través de una comisión tripartita conformada por Bolivia, la UIT y China.
Se calcula que el proyecto demandará una inversión de 300 millones de dólares, aunque el financiamiento aún no está asegurado.
El ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce, señaló que los fondos podrían salir del Programa de Inversión Pública o en su defecto de un crédito otorgado por la República de China.
Carvajal agregó que la inversión que demanda el proyecto podrá recuperarse y hacerse rentable. Esto porque la capacidad no utilizada del equipo podrá ser comercializada dentro y fuera de Bolivia. “Los países vecinos estarían interesados en alquilar el servicio a un costo menor que el ofrecido por las constelaciones internacionales comerciales”.
El satélite podrá ser usado para la prestación de servicios de telefonía, transmisión de datos o videoconferencia en el área de telecomunicaciones, y en seguridad nacional, como control de fronteras y tareas de las Fuerzas Armadas.
El presidente Evo Morales consiguió la semana pasada en Ginebra (Suiza) permiso de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) para poner en órbita el primer satélite boliviano.
El viceministro de Ciencia y Tecnología, Róger Carvajal, señaló a La Prensa que el efecto reductor también se extenderá a otras instituciones, privadas y estatales, por la operación de sus redes satelitales, lo cual incidirá en una mayor incorporación de servicios de información y comunicación, por ejemplo, en el área rural.
Abre la posibilidad de ejecutar el proyecto de telefonía e internet (acceso universal) para alrededor de 25.000 localidades rurales con una población inferior a los 350.000 habitantes.
Agregó que se podrá instalar más telecentros educativos fronterizos e impulsar programas de prevención de fenómenos climáticos y desastres naturales y también desarrollar programas de teleeducación y telemedicina para las áreas rurales en el marco del acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Brindará además la posibilidad de atender las necesidades de los sectores más postergados por su ubicación geográfica.
Según Carvajal, la imposibilidad de contar con un satélite propio obliga a que los operadores locales de telecomunicaciones dependan de costos impuestos por los proveedores del servicio.
Los proyectos de telecomunicación con orientación social se encarecen.
La puesta en órbita de un satélite propio será factible en tres años, pero en seis meses comenzarán los estudios técnicos a través de una comisión tripartita conformada por Bolivia, la UIT y China.
Se calcula que el proyecto demandará una inversión de 300 millones de dólares, aunque el financiamiento aún no está asegurado.
El ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce, señaló que los fondos podrían salir del Programa de Inversión Pública o en su defecto de un crédito otorgado por la República de China.
Carvajal agregó que la inversión que demanda el proyecto podrá recuperarse y hacerse rentable. Esto porque la capacidad no utilizada del equipo podrá ser comercializada dentro y fuera de Bolivia. “Los países vecinos estarían interesados en alquilar el servicio a un costo menor que el ofrecido por las constelaciones internacionales comerciales”.
El satélite podrá ser usado para la prestación de servicios de telefonía, transmisión de datos o videoconferencia en el área de telecomunicaciones, y en seguridad nacional, como control de fronteras y tareas de las Fuerzas Armadas.
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