Los avances informáticos cambiaron el mundo y la vida de los bolivianos no ha sido la excepción. Lo que hasta hace 14 años era un lujo y un producto aprovechable sólo para un segmento de la población de estrato social medio-alto, la telefonía móvil fue la expresión más visible de que la tecnología pegó con tal fuerza que cambió la vida de ricos y pobres.
Lo que ocurre es que la telefonía móvil ha tenido un crecimiento de usuarios en el país de más de un 15.000% desde 1996 hasta el 2009 (de 33.400 a más de 5 millones), lo que hizo que se posicione como el artículo de cabecera de los bolivianos.
Aquel 1996, incluso había departamentos, como Beni y Pando, donde la telefonía celular aún no había llegado y hoy muchos usuarios se preguntan cómo es posible que hayan podido vivir sin ese servicio.
Pero los celulares no fueron los únicos que rompieron con la rutina de muchas ciudades y pueblos. También hay otras tecnologías que penetraron en la vida cotidiana de las personas y que ahora se las puede encontrar en el lugar menos pensado.
Así como Leonor Arteaga se siente satisfecha porque desde la comodidad de su habitación puede hablar y ver en tiempo real a su tía que vive en España, a través de una computadora, o como Róger, que desde que ha instalado un sistema de alarma en las bardas de su casa se ausenta a su trabajo con mayor tranquilidad porque sabe que si un ladrón entra, una alarma sonará en su teléfono móvil.
Pero las señales de la tecnología van más allá. La Alcaldía Municipal de Santa Cruz realiza las gestiones para instalar parquímetros en 237 cuadras del casco viejo de la ciudad, como parte del reordenamiento vehicular, el mismo que, según entendidos, operará con un software que permitirá transferir datos especificando uno a uno los espacios ocupados en cada calle. Si bien los parquímetros son un servicio de avanzada en países europeos, en Santa Cruz resulta novedoso como en su momento fueron los celulares y la Internet. El ciudadano Ronald Flores, que el martes caminaba por el casco viejo de la ciudad, manifestó sus esperanzas con este emprendimiento: “Dicen que el parquímetro ordenará el caos vehicular”.
Los estudiantes de colegios y de universidades figuran como los seguidores más fieles de la Internet, que llegó con expectativa al país a partir de 1991. Por aquel año, las bibliotecas públicas llenaban una sentida necesidad de los colegiales, quienes las visitaban para efectuar tareas que les daban sus profesores. Pero desde que la información está al alcance de un clic, éstas empezaron a ser menos concurridas.
Rosmery Semizo trabaja en la Biblioteca Municipal desde hace diez años y recuerda que por aquella época era tanta la demanda de libros que tenían que cerrar las puertas de las instalaciones hasta que los usuarios desocupen el lugar y así den espacio a los que aguardaban en una fila larga”, dice la mujer, que tiene una voz amable.
Pero la Biblioteca Municipal no está divorciada de la tecnología. En el edificio existe un telecentro con acceso a Internet, pero donde sólo se puede consultar información y no así ingresar a páginas de entretenimiento.
Pero a pesar de ello, las bibliotecas tienen su público. El lunes, una universitaria llegó para pedir un libro de biología.
La joven evitó consultar por Internet porque dice que su docente se da cuenta cuando la tarea es bajada de la red. Pero en la zona de la Uagrm, donde existen 45 puntos de Internet, los internautas no sólo hacen tareas, sino que también participan en juegos electrónicos y utilizan las herramientas de conversación. “Es más económico buscar la información aquí. La hora cuesta Bs 2,50, si voy a la biblioteca en pasaje gasto Bs 3”, se excusa el estudiante Juan Marcos Soliz.
Gonzalo Landaeta Rodríguez, presidente de la Cámara Boliviana de Tecnologías de Información, concuerda en que desde el momento en que nos levantamos hasta que nos acostamos los adelantos tecnológicos nos acompañan. “Al prender la televisión, al utilizar el celular, o sentarse frente a la computadora, al instalar un sistema de seguridad en la casa o en el auto, o ir de compras al supermercado, donde entregarán una factura que opera con software, estamos siendo testigos presenciales de las bondades de las invenciones del hombre”, dijo.
José Antonio Prado, que tiene una cuenta en la red social Facebook, considera que los celulares son el ejemplo más notorio de cómo la tecnología se ha metido en la vida cotidiana. “Todo el mundo los usa. Los albañiles, las lavanderas y los pintores le sacan el jugo a los teléfonos y los mantienen insertos en el mercado laboral”, explica este cibernauta, que a través del ‘Face’ consiguió cientos de nuevos amigos.
Franz Pizarro concuerda con José Antonio. “El móvil es mi brazo derecho. Gracias a él me contactan para edificar edificios”, dijo desde el techo de una casa en construcción, uno de los lugares desde donde hace 14 años era impensable acceder a la tecnología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario