Con ingresos de por lo menos 8.000 bolivianos al mes e inversiones que bordean los 10.000 dólares, se puede afirmar que el rubro de los cibercafés está entre las actividades económicas más atractivas en Sucre.
Esa actividad experimentó un crecimiento constante en los últimos 20 años, tiempo en el que la Alcaldía extendió un total de 523 licencias de funcionamiento, sólo en ese rubro.
Su impacto, sin embargo, no sólo se limita al tema monetario, también significa democratizar el acceso a la información, convirtiéndose en un instrumento necesario cuando se trata de buscar respuestas inmediatas a interrogantes sobre los conocimientos en general.
El servicio de Internet es uno de los negocios que todavía arroja buenos resultados. Así lo considera Ruth Tloiva Acuña, con cierto grado de nostalgia, cuando recuerda sus primeros pasos en la actividad. “Yo empecé con dos computadoras y ahora tengo 20”, dice.
Su trabajo por entonces se limitaba a la transcripción de documentos e impresiones, actualmente es dueña de uno de los cibercafés más populosos de la Capital, “El Universitario”, dirigido a público juvenil.
Tloiva recauda entre 7.000 y 8.000 bolivianos al mes, aunque reconoce que los gastos también son onerosos; Bs 2.500 por concepto de electricidad, Bs 1.400 por el mantenimiento técnico de 20 computadoras, y por el servicio de la red de Internet unos Bs 1.500, en el mismo periodo de tiempo.
Bennson Tardío, por su parte, se inició en el rubro el año 2010 con apenas cinco computadoras en la zona del Cementerio General, donde sólo en la vacación de fin de año generó una ganancia de Bs 6.000, monto que le ayudó a cubrir la inversión ($us 10.000) para abrir otro cibercafé cerca de la Facultad de Tecnología. En ese lugar ahora atiende con 20 computadoras.
Junto a su local, hay otros 13 que compiten por captar la mayor cantidad de usuarios.
Tardío reconoce que cuesta empezar y más aún cuando se tiene una gran competencia, sin embargo, está seguro que “mientras se atiende bien al cliente, los resultados son buenos”.
INTERNET VS. TAITOS
¿El surgimiento de los llamados cibercafés restó clientes a los juegos de video o taitos? Al parecer sí, pues este diario constató que mientras a una sala de juegos de video de la zona central de Sucre asiste un promedio de 50 personas, a un Internet van alrededor de 110. Claro está que no todos los que asisten al café, lo hacen con la finalidad de ingresar a los juegos en red.
Luis Alberto Pérez, es un estudiante de la Carrera de Industrias de la Alimentación de la Universidad San Francisco Xavier, y como muchos, él separa tiempo para asistir por lo menos tres veces por semana al Internet, gastando alrededor de Bs 50 al mes, motivado por las redes sociales como Facebook y el entretenimiento.
Los cibercafés tienen un público heterogéneo, que comprende a estudiantes y adultos que optan por la red para recabar información, en tanto que los niños y jóvenes disponen de esta tecnología para participar de juegos interconectados con usuarios incluso de otros países.
Para la administradora de una de las salas de juegos de video de la calle Ravelo, entre Junín y Aniceto Arce, Verónica Sandoval, la preferencia por los juegos de “taito” se mantiene, principalmente entre jóvenes y niños.
DESDE 1990, ABRIERON MÁS DE 500 CIBERCAFÉS
Desde el año 1990, la Alcaldía de Sucre extendió 523 licencias de funcionamiento de cibercafés, llegado a ser una de las actividades más visibles en Sucre.
El encargado de Actividades Económicas del Gobierno Municipal de Sucre, Freddy Lora, aclaró, sin embargo, que este rubro es “completamente dinámico”, pues así como muchos deciden abrir hay otros que optan por cerrar.
“En ese sentido, aproximadamente un 20 por ciento (del total) ha sido dado de baja desde el año 1990, por diversos motivos”, complementó el servidor público.
En Sucre, la última apertura legal de un cibercafé se realizó en la avenida Germán Mendoza Nº 1881, el 18 de diciembre del año 2010, según el registro de la Alcaldía.
La Municipalidad, a la fecha, emitió un aproximado de 14.500 licencias de funcionamiento entre todas las actividades económicas, ya sea comerciales, de servicios o industriales.
Para la Comuna, tanto una tienda de barrio como una industria tienen la misma importancia porque anualmente le generan ingresos al Estado, por concepto de impuestos.
En el caso de los cibercafés, su aporte es significativo. Los contribuyentes de este rubro llegan a cancelar de 450 a 500 bolivianos anualmente en promedio, un monto superior al que paga, por ejemplo, una tienda de barrio que es de 200 a 300 bolivianos.
Claro que hay cibercafés muy grandes que erogan más de Bs 500 año.
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