El propósito es claro y ambicioso: darle Internet de alta velocidad a medio mundo. Grandes conglomerados globales, entre los que se encuentran la Sociedad Europea de Satélites (SES), el gigante estadounidense de Internet Google, el banco SHBC y Liberty Global y otras empresas, se han unido para crear O3B (Other 3 Billions) que se pondrá en órbita en los próximos 24 meses para darle internet de alta velocidad a los 3.000 millones de personas que no la poseen en la actualidad.
Se trata de 16 satélites que orbitarán por la Línea del Ecuador y que irradiarán su señal a 45º al sur y norte de ésta. Con ello, cubrirán un espectro que va desde el sur de Argentina y Chile hasta el norte de Estados Unidos.
Esta revolución, además, será relativamente barata, ya que costará ‘sólo’ $us 1.200 millones y aprovechará la existencia de antenas de transmisión de celulares (a través de los sistemas 3,5G) o se podrá captar a través de platos satelitales.
Según informa el diario El País de Madrid, en 2010 se calculó que había 2.000 millones de personas conectadas a Internet, pero la mayor parte de éstas se encuentran en EEUU, Canadá, Europa y Japón. La brecha digital se hace enorme cuando se mira hacia al sur y será casi imposible brindar dicho servicio con el sistema que utilizan en el norte (fibra óptica).
En un mundo donde cada segundo se envían 3 millones de correos electrónicos, la brecha digital aumenta la desigualdad. Mientras que en Corea del Sur la velocidad promedio de conexión es de 17 megas por segundo, en lugares remotos la simple tarea de enviar un correo puede tardar 10 minutos. Esto crea dificultad de oportunidades. Mientras en EEUU el 80% de los alumnos tiene una computadora para apoyar su formación, en Bolivia, hasta 2009, sólo 1,2% de los habitantes contaba con este aparato. Esto es lo que quiere atacar O3B, ya que podrá apropiarse de los mercados emergentes a un precio bastante módico.
Los primeros ocho satélites serán puestos en órbita en 2013. Para esa época ya habrá una red de antenas y puertos instalados en diferentes lugares del orbe. El siguiente paso lo deberán dar los operadores de telecomunicación (básicamente telefónicas) que deberán llevar el servicio a los usuarios a través de las redes de celulares.
Y lo ‘barato’ del proyecto no es una ironía. Si bien demandará $us 1.200 millones, es poco comparable con cablear con fibra óptica todos los países en vías de desarrollo, esquivando infraestructura caminera, selvas, montañas o burocracia estatal.
Si bien ya existe la Internet satelital, no es tan eficiente como la que instalará O3B. Los satélites actuales están situados en la órbita geoestacionaria, a unos 36.000 km de altura.
Esta red de satélites estará a sólo 8.063 km de la tierra, lo que permitirá ganar velocidad de transmisión. Se considera que los satélites actuales, que llevan la señal de cable, tardan medio segundo en enviar y recibir un dato. Los nuevos artefectos tardarán cinco veces menos. Con ello, calculan que podrán ofrecer conexiones inalámbricas de 1,2 mbps, casi 10 veces más rápidas que las actuales.
Este proyecto también tiene su lado político. Con las revueltas del mundo árabe queda claro que si bien la revolución no será televisada, sí será transmitida y atizada en vivo a través de las redes sociales que habitan en la Internet. En Egipto, las concentraciones multitudinarias de jóvenes eran convocadas por la red social Facebook y o el microblogging Twitter. Los mensajes telefónicos MSM sirvieron para burlar al régimen y convirtieron la revolución del 25 de enero en la tumba del régimen de Hosni Mubarak, que había permanecido en el poder por 30 años. El egipcio trató de cortar de raíz el asunto y mandó detener al gerente de Google en su país. No funcionó.
Para evitar seguirle los pasos, Gadafi ordenó apagar la Internet en Libia, pero las protestas igual afloraron. Lo mismo sucede en Irán y en países como China, que pueden ‘censurar’ la red con el control gubernamental. Con O3B, ésto ya no será posible.
La señal va directamente al usuario y no puede ser filtrada. Con una parabólica y un modem que cuestan $us 300, podrá conectarse a la red desde cualquier punto a 45º de latitud de la línea del Ecuador.
Con este tipo de conexiones no será necesario contar con un operador para acceder a la red. Por eso, al no depender de ningún operador local, se podrían sortear incluso los bloqueos de Internet que intentarán aplicar los Gobiernos de turno.
Y para conseguir lo que falta de recursos está Steve Collar, un hombre que trabaja en SES, que expandió el negocio de satélites y la cartera de servicios de la compañía, que incluyó el diseño de una nueva nave espacial y otros productos.
También supervisó las actividades de planificación estratégica de largo alcance de la compañía y tuvo un papel decisivo en la inversión realizada por SES en O3B, estimada en unos $us 400 millones.
Ahora estamos muy lejos
Bolivia está en el tercer mundo digital. Según datos de Microsoft de junio de 2010, sólo nueve de cada 100 bolivianos tiene acceso a la gran telaraña y, como meta superior, el Gobierno planea duplicar esta cifra para finales de 2011. Con ello, sólo 2.000.000 de bolivianos tendrán acceso a la red de redes.
La tarea en Bolivia no es sencilla. Según datos del Viceministerio de Telecomunicaciones que datan de abril de 2009, sólo 1,2% de los bolivianos tiene computadoras, mientras que un 40% tiene celular, un 55% televisión y un 75% radio. Para ese momento, aun el 44% ingresaba a Internet a través de una conexión Dialup (por moden de acceso telefónico), con una velocidad máxima de 54 kbps.
Un 51% lo hacía a través del sistema ADSL, mientras que el 5% restante tenía internet inalámbrica. Esos datos se han modificado seriamente en el último año, con la irrupción de sistemas como la conexión inalámbrica 3G y el Wi-MAX, que se han quedado con la porción de la torta que antes tenía el Dialup, pero no con la ADSL, que sigue siendo más rápida y estable. Pero eso no es todo.
La conexión a Internet en Bolivia es cara en relación a la velocidad que ofrece. Según datos encontrados en la misma red, la velocidad de conexión de Bolivia es solamente comparable con el África Subsahariana. Por un costo similar al boliviano, en Argentina se puede tener una conexión de 3mbps, cuando ese tipo de velocidades en nuestro país es casi inexistente o puede costar varios cientos de dólares. Las ofertas de las compañías rondan entre los 256 kbps y 312 kbps. Existir en la gran telaraña tampoco es barato.
Mientras en Chile comprar un dominio (nombre de la página) con la terminanción.cl cuesta alrededor de $us 40 al año, en Bolivia el costo promedio ronda los $us 140. En Argentina se puede tener dominios gratis.com.ar, mientras que en Bolivia hay que pagar un mínimo de $us 40.
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