Hoy en día un Smartphone puede llegar a tener unos nueve milímetros de grosor. Es todo un milagro si se tiene en cuenta que en esas dimensiones cabe una máquina con la potencia que hace sólo unos años teníamos en un PC de sobremesa. Si el doctor Roel Vertegaal de la Universidad de Queens en Canadá está en lo cierto incluso estos teléfonos nos parecerán un ladrillo en menos de cinco años.
Su equipo ha conseguido crear un teléfono flexible y delgado como el papel usando tecnología de tinta electrónica. El proyecto forma parte de un estudio para comprobar la reacción y la forma en la que los futuros usuarios manejarán este tipo de dispositivos. La pantalla no sólo es flexible sino también táctil. Incluso se puede dibujar sobre ella con ayuda de un lápiz.
Sobre el papel suena fantástico, pero el prototipo tiene aún algunas limitaciones. La más evidente es que sólo la pantalla es flexible. Ahora mismo todo el software descansa en un portátil conectado permanentemente a ella. El segundo, por supuesto, es que aún no tenemos baterías flexibles para acompañar a este modelo, aunque hay muchos laboratorios trabajando también en ellas.
Pero aunque la idea de un teléfono flexible no es nueva parece que todos los ingredientes para hacerlo realidad están ya más o menos en un cierto estado de madurez. Lo interesante del proyecto de Vertegaal, de hecho, es que se trata del primero que busca estudiar la reacción ante un dispositivo de estas características y no sólo de mostrar el avance técnico. Que se puede fabricar un teléfono flexible no quiere decir que sea necesariamente más cómodo de usar y la tinta electrónica es todavía una tecnología muy limitada en colores y velocidad.
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