Inti Condo es un joven indígena de la provincia ecuatoriana de Chimborazo que ha presentado en el Campus Party, en el que participa en Quito, su “Cyberg cuy”, un robot con el que intenta sincretizar la tecnología y el arte.
Su modelo conjuga la palabra “cyberg”, propia del actual mundo tecnológico, y “cuy”, conejillo de Indias en idioma quechua y que representa, según dijo a EFE, “el mundo de donde vengo”.
El diseño del aparato no es más sofisticado que el de un automóvil a escala con control a distancia, pero es novedoso por su contenido filosófico e informático.
Condo, de 25 años, es un estudiante destacado en un centro de educación superior en Guayaquil, la ciudad más poblada de Ecuador, donde nació su devoción por la tecnología.
Vestido con poncho rojo y sombrero blanco, el joven de la comunidad indígena Puruhá no oculta su satisfacción porque su modelo ha recibido elogios y ha demostrado que “los indígenas tenemos mucho que aportar”.
Su cochecito funciona con baterías de nueve voltios y posee una tarjeta matriz de memoria que acepta órdenes a distancia a través de una computadora, función básica para dirigir el movimiento del aparato. Sin embargo, el “cyberg cuy” también puede calcular por sí mismo algoritmos si se mantiene en “modo automático”, lo que le permite efectuar “movimientos propios”, explicó.
Un brazo mecánico adaptado al coche, que también puede ser dirigido desde la computadora, sujeta pinceles o pinturas que llegan hasta el piso, lo que facilita la generación de trazos en telas y lienzos.
“En el modo manual, la dirección se la da desde el equipo, pero en el automático, la memoria del carro calcula algoritmos y se mueve solo”, explicó Condo.
Esto no es nuevo, admitió y dijo que el contenido tecnológico es “simple”, aunque remarcó que su invento jamás tendrá otro fin que el de “hacer arte”.
“Hay muchos inventos como éste que siempre se dirigen a la industria de las armas, pero yo quiero que mi invento sirva para pintar, para el arte... Todavía tengo que mejorarlo, pero necesito apoyo, porque esto cuesta mucho”, agregó.
Condo dijo que también trabaja en otros proyectos con el uso de programas informáticos que le permiten continuar con su misión de alcanzar el sincretismo entre el arte y la tecnología.
Pequeño genio
Inicios Condo asegura que su pasión por la tecnología empezó cuando tenía cuatro años, cuando destruyó un vetusto aparato de radio para indagar su contenido, hazaña que le valió una reprimenda de su madre. A los ocho años hizo su primer invento, con un tarro de metal al que le adaptó pequeños motores y aspas y que navegó en una tina como submarino.
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