Uno de esos delitos es el ciberacoso, cuando un extraño o un conocido, generalmente varón, persigue a su víctima a través de correos electrónicos que le piden iniciar una relación de amistad o una amorosa. Si el sujeto escudado en el anonimato recibe un No como respuesta, comienza con el envío de agresiones, insultos, amenazas y puede llegar incluso al chantaje o la extorsión. Una empresa privada especializada en la investigación de estos hechos revela que los casos proliferan, y la Policía y la Fiscalía ratifican la existencia de esta práctica.
Pero otros peligros de la red virtual que rondan a los internautas bolivianos son la suplantación de identidad digital, el phishing, la clonación de tarjetas de crédito bancario, las páginas web de proxenetas que reclutan menores para la trata y tráfico... Los delitos informáticos crecen en el país, así lo ratifican las estadísticas de las denuncias atendidas por la Policía y de los procesos que radican en los juzgados de La Paz. Y Bolivia es una especie de paraíso para los cibercriminales, debido a la desactualización de su norma penal, la ausencia de penas ejemplares o las limitaciones estatales para lidiar contra estos flagelos.
Informe La Razón revela en esta edición este cibermundo delincuencial y le brinda consejos para no caer en sus redes.
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