Los agentes pedagógicos son el resultado de la combinación de dos áreas de investigación como son los agentes de interfaz animados, mencionados en el capítulo de libro publicado el año 2000 titulado “Elementos de conversación cara a cara para agentes conversacionales”, y los sistemas tutoriales inteligentes. La primera de las dos áreas proporciona una metáfora de interacción persona-computadora a través del diálogo con un agente animado, mientras que la segunda se ocupa de la creación de tutores inteligentes. Aunque su utilización no se encuadra únicamente dentro de las aplicaciones de la realidad virtual a la enseñanza, ya que, según Shaw y sus colegas, en el artículo publicado el año 1999 titulado “Agentes pedagógicos en la Web”, existen ejemplos de su uso en aplicaciones Web, muchos de los sistemas que utilizan estos agentes lo hacen por medio del uso de entornos virtuales. En palabras del investigador Lester y sus colegas, en el artículo publicado el año 1997 titulado “Agentes pedagógicos animados y la efectividad en la solución de problemas”, la primera referencia sobre el uso de agentes pedagógicos data del año 1990, aunque su aplicación se ha extendido desde 1997, año en el que el número de publicaciones en este área comenzó a incrementarse notablemente.
Según Swartout, en el artículo escrito el año 2006 titulado “Hacia los humanos virtuales”, uno de los aspectos que ha centrado más la atención en éste área ha sido la posibilidad de dotar a los agentes pedagógicos de distintas capacidades que se asemejen a las humanas: (1) Emociones. Algunos autores argumentan que la capacidad de mostrar emociones facilita la relación con el estudiante y le motiva para continuar con el aprendizaje. Los agentes pueden mostrar emociones a través de expresiones faciales, movimientos, gestos y tonos de voz. (2) Comportamiento no verbal. Esta característica le da al agente la posibilidad de ofrecer respuestas al estudiante sin necesidad de interrumpirle, como en el caso de asentir con la cabeza para indicar que se comprende lo que el estudiante dice. También se puede utilizar para indicarle al alumno la opinión del agente sobre una acción que ha realizado, como una negación con la cabeza cuando se ha realizado una acción incorrecta. (3) Conversación no verbal. Cuando dos personas mantienen una conversación, resulta habitual que realicen gestos que remarquen lo que se está diciendo con palabras, y el tono de voz también cambia el significado de una frase. Esta capacidad proporciona a los agentes la posibilidad de darle distinto significado o de enfatizar lo que le dicen al estudiante. (4) Conversación con lenguaje natural. Aparte de las interacciones no verbales, también es deseable que los agentes pedagógicos puedan comunicarse con los estudiantes con una comunicación oral flexible que se adapte a la situación, en forma de explicaciones, preguntas o respuestas. (5) Percepción. Para que los agentes puedan presentar un comportamiento similar al humano, una de las características necesarias es que perciban el entorno de forma similar a como lo haría un humano. De esta forma, deben ver las cosas que están en su campo de visión, pero no las que están ocultas. Igualmente, pueden captar sonidos distinguiendo su lugar de procedencia, lo que les permite, por ejemplo, girarse hacia un estudiante cuando oyen que éste les está hablando. Además de estas características, los agentes pedagógicos aportan una serie de beneficios que los hacen útiles dentro de los sistemas de enseñanza. Por una parte, ofrecen la posibilidad de utilizarlos para demostrar la forma de llevar a cabo una determinada tarea dentro del entorno virtual. Por otra, según Cassell y sus colegas, en el artículo publicado el año 2007 titulado “Espacios de negociación: Como humanos y humanoides utilizan las palabras y los gestos para proporcionar direcciones”, se pueden utilizar movimientos, miradas y gestos para dirigir la atención del estudiante a un determinado punto o para guiarle dentro del entorno virtual.
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