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04 septiembre 2012
La primera línea telegráfica nacional se construyó entre las ciudades de La Paz y Oruro en 1870
Imagínese. Su hijito haciendo el servicio militar en un puesto fronterizo al que no llega ninguna señal telefónica ¿Cómo haría para saber si su wawa está vivo, enfermo o más hombrecito? Mediante la radio.
Hace poco llamé a una de las dos oficinas que tiene el Servicio Nacional de Telecomunicaciones Rurales, Senater, en La Paz. Tenía la esperanza de confirmar el número exacto de estaciones que todavía sobreviven en la Bolivia del celular. Me pidieron que llame más tarde, estaban muy ocupados.
Media hora después me explicaron que el sábado muchos padres de familia aprovechan para contactarse con las radios de puestos militares como Ramón Darío en Pando o el cuartel de Nueva Esperanza en Beni.
De malhagüero
La primera línea telegráfica nacional se construyó entre las ciudades de La Paz y Oruro en 1870. Nueve años después nos enteramos por el código morse que el Litoral había sido invadido por el ejército chileno. Era el vaticinio de que las malas noticias son las que se difunden más rápido.
Al operador del telégrafo le decían “el guardahilos” por el celo con que revisaba kilómetro tras kilómetro sus líneas de alambre galvanizado. Por esos hilos, años después, se realizarían las llamadas a través de los primeros teléfonos de magneto.
El siguiente salto se dio con las radio HF. Sus señales pasaban por encima de aquellas montañas que nunca fueron holladas por postes y cables. Las malas noticias ya llegaban a todo el país.
“Los operadores conocían más el drama que la felicidad”, afirmó Gerardo Lazarte, refiriéndose a la superioridad de mensajes malos sobre los buenos que debían entregar los modernos “guardahilos”. A Bs 0,60 por palabra, en los radiogramas era más frecuente leer “enfermedad”, “accidente”, “muerte”, “velorio”.
1600 estaciones
El 8 septiembre de 1892 se creó la primera Dirección General de Telégrafos del Estado. Justo 120 años después, y en una charla informal, me enteré que esa institución aún patalea.
De sobremesa don Gerardo nos contó sus anécdotas de inspector de las 1.600 estaciones de radioperadoras estatales que se creía existían a medianos de los 90.
Una investigación del Gobierno descubrió que 700 de estas radios no reportaban ninguna ganancia; al contrario, significaban un gasto de 700 ítems mensuales.
La ganancia, sin embargo, no estaba en cobrar los míseros sueldos de Bs 73. Los operadores de estas estaciones cobraban por radioconferencias que nunca reportaban a su oficina central. En un buen día podían tener unos 20 clientes, lo que significaba jugosos ingresos a fin de mes.
Con la reestructuración de la institución, que implicó la disminución a 900 estaciones, cambio de personal, un sueldo de Bs 700 y un control de los ingresos, Senater no sólo se salvó de su cierre sino que se volvió sostenible. Al menos por algunos años.
Quedan 100
Tras ser un servicio que estaba al alcance de más del 70% de usuarios del país y cubrir el 80% del territorio nacional, el 13 de abril de 2009 Senater fue intervenido debido a problemas internos entre la planta ejecutiva y los trabajadores. El motivo: mutuas denuncias de corrupción.
Más de cien son las radios con las que actualmente funciona el Senater. Con el avance en la telefonía fija, de la telefonía móvil y ahora del internet en realidad me sorprendió que todavía existiera ese medio de comunicación.
“Te extraño, cambio”
Potosí es el departamento que siempre tuvo más radios. Precisamente fue en esa región donde realicé mis únicas radioconferencias. Era la temporada en nuestras vidas cuando los enamorados no creemos poder estar un mes sin escuchar la voz de nuestra pareja.
Los detalles de ese contacto radial los olvidé; sólo queda una idea del sentido de las palabras que utilizamos, a Bs 2 el minuto. Yo en Tupiza, ella en La Paz:
- ¿Cómo estás?, cambio.
- Bien nomás, cambio.
- Te extraño, cambio.
- Yo también, cambio.
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