¿Miras varias veces al día si el móvil está encendido, si tienes llamadas perdidas o mensajes de texto? ¿Llevas tu celular a todas partes, incluso al baño? ¿La idea de quedarte sin batería u olvidarte el teléfono te da miedo? ... Sin duda, sufres de nomofobia.
La nomofobia (no mobile fobia) apareció en Gran Bretaña en 2008, con motivo de la publicación de los resultados de una encuesta sobre la relación de los usuarios con sus teléfonos. En esta encuesta, 53 por ciento de los británicos dijo que estaba ansioso cuando no tenía su teléfono. Unos años más tarde, otro estudio desveló que 22 por ciento de los franceses no podría vivir más de un día sin su móvil.
Si la nomofobia puede dar lugar a nerviosismo, ansiedad y estrés cuando la persona se encuentra sin su móvil o no puede ser localizada, para la socióloga Catherine Lejealle, especialista en los usos de las nuevas tecnologías, "el término adicción o fobia está mal utilizado. No podemos considerar la nomofobia como una patología, ya que no causa sufrimiento físico en caso de abstinencia. Es más correcto hablar de angustia".
Una angustia que la mayoría de los nomofóbicos justifican con el temor de quedar aislados de los familiares o de sus amigos. Y no hay que olvidar que con el advenimiento de los teléfonos inteligentes, el teléfono se ha convertido en mucho más que un aparato para hacer llamadas.
Los teléfonos móviles en nuestra sociedad. "En el pasado, la gente tenía miedo de perder sus llaves o sus billeteras. Hoy en día, estos temores se han desplazado hacia el teléfono, el cual cristaliza nuestra memoria", explica la socióloga. Porque es cierto que las nuevas generaciones de teléfonos contienen nuestras agendas y fotos, nuestros libros de direcciones, nuestra música favorita, los mensajes de texto…
"Muchas funciones emocionales se han injertado en el teléfono", continua la experta, y poco a poco, el teléfono se ha convertido en una herramienta que no nos abandona. "Se tiene toda la vida en el teléfono y cuando este se pierde, se pierde parte de la vida. De ahí, la angustia".
Además, las aplicaciones lo convierten en un objeto muy práctico: almacena las direcciones favoritas, es una herramienta de geo-localización que nos permite encontrar rápidamente restaurantes, horarios de películas, aparcamientos. El teléfono móvil no solo nos pone en contacto con otras personas, también facilita muchas tareas de la vida cotidiana.
Esta omnipresencia tiene sus lados negativos. "Con el teléfono todo se vuelve urgente", comentan Catherine Lejealle y Phil Marso. "El móvil ejerce una presión social adicional, especialmente en el ámbito del trabajo, ya que posibilita la invasión de la privacidad. Estamos siempre localizable y hay que responder".
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