Es innegable que el Internet cambió el mundo. Desde su aparición, transformó la economía, el entretenimiento, el activismo político y social y, por supuesto, las interacciones humanas. Hubo un cambio radical en el acceso a la información que modificó la forma en que aprendemos, cómo nos comunicamos y trabajamos. Este año, el universo cibernético celebró que hace 20 años los inventores de la World Wide Web (www) permitieron su uso de manera libre y generalizada, una decisión que revolucionó la comunicación, hábitos de consumo y entretenimiento.
El uso del Internet se ha hecho tan relevante en la rutina laboral y personal, que ya resulta difícil imaginar la vida sin esta herramienta. Así, el informe mundial de la Unión Internacional de Telecomunicaciones en 2013 reveló que un tercio de la población mundial está conectada a Internet, pero el restante —dos tercios— aún no tiene acceso a la mayor fuente de información y de datos del mundo. El reto es reducir la brecha digital.
20 años de la Red
La Web, creada por el físico británico Tim Berners-Lee en 1989 como un proyecto interno del Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés), fue desarrollada inicialmente para que los físicos que trabajan en universidades e institutos del mundo pudiesen intercambiar información. Pero el 30 de abril de 1993 se abrió al mundo, dando acceso al dominio público de forma libre y generalizada, tal y como la conocemos hoy en día.
La invención de la red simplificó radicalmente la forma en que la información era compartida, pues se crearon códigos que permitieron la elaboración de páginas en las que se podía incluir texto. Luego se implementaron imágenes, videos y otros contenidos multimedia.
La autorización para que la web fuera empleada de manera libre y generalizada permitió su expansión y dio paso a la revolución de la información en todo el mundo, desde los ambientes científicos hasta los domésticos.
El Internet, Web 2.0, no sólo generó cambios en las comunicaciones, sino ha modificado la vida cotidiana de la humanidad introduciéndola en un mundo globalizado a través del correo electrónico, videos, foros, archivos, chats, blogs, páginas web y la euforia del momento: las redes sociales.
Así, gracias al Internet hoy las personas pueden estar más cerca que nunca. Con un solo toque quienes están en lados opuestos del planeta pueden verse y hablar a un costo mucho menor que una llamada telefónica tradicional haciendo uso, por ejemplo, de Skype.
El Internet también ingresa en el ámbito político. Por la rapidez con que llega la información, pues las noticias “vuelan” de un continente a otro en fracciones de segundos y la gente se entera al momento de lo que pasa en el mundo. Así, las redes sociales —Facebook y Twitter— tuvieron un rol fundamental tanto en momentos de desastres naturales (terremoto y tsunami Japón 2011), como a la hora de promover y organizar actividades políticas (Primavera árabe).
El entretenimiento no es igual desde el surgimiento del Internet. Actualmente, un libro, obra de arte, museo o pieza musicales pueden ser disfrutados en vivo desde cualquier parte del planeta.
20 años pasaron desde que la WWW se abrió al mundo de forma libre y generalizada revolucionando la información.
El Internet permite un mayor acceso a la información, provocando nuevos lenguajes y espacios de interacción. Elimina las barreras del tiempo y el espacio, convirtiéndose en una comunicación inmediata e instantánea.
Intentos de regulación
El Internet también fue objeto de críticas e intentos de regulación. Redes criminales encontraron en la plataforma el anonimato necesario para realizar sus actividades. La piratería y el fraude son también dos de los flagelos de la plataforma. Frente a ello, gobiernos de varios países, principalmente Estados Unidos, realizaron esfuerzos legislativos para regular el Internet, mantener vigilados a los operadores y a los ciudadanos en un ánimo de ordenar lo que sucede en la red. Los intentos fracasaron y hasta ahora, con virtudes y defectos a 20 años, el Internet continúa como su creador la soñó: una plataforma libre.
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