Más allá de haber comenzado como una plataforma para uso exclusivo de profesionales y ejecutivos, internet se fue convirtiendo en un producto cada vez más popular. Tanto, que todas las estimaciones muestran que el crecimiento futuro de la red se dará a partir de la incorporación de los sectores de más bajos ingresos.
En este contexto, América Latina es un mercado muy atractivo para los fabricantes de smartphones por su inmenso potencial. Para dar un ejemplo, los latinos en Estados Unidos utilizan los dispositivos móviles en una proporción mayor que el resto de la sociedad.
Un estudio del Interactive Advertising Bureau (IAB) muestra que cuando los hispanos se conectan a la web, prefieren hacerlo a través de un smartphone. Por eso no extraña que el 27 por ciento de ellos tenga un iPhone, contra el 20 por ciento del resto de la población. De la misma manera, tampoco sorprende que el 34 por ciento posea un Android y el 21 por ciento un iPad, contra un 26 y un 16 por ciento del resto.
Por el contrario, sólo el 40 por ciento posee una computadora de escritorio, contra el 48 por ciento de los consumidores no latinos.
En México, mientras que sólo 40,9 millones de personas tienen acceso a internet en sus casas, en el país hay 91 millones de dispositivos móviles para una población de 112 millones de individuos, según el Instituto Nacional de Estadística (INEGI). Más extremo es el caso de Brasil, que a pesar de ser el país más populoso de la región, tiene más celulares (224 millones) que habitantes (194 millones), según Bradesco.
Pero un informe presentado por Joe Kutchera en Fox News Latino muestra datos aún más sorprendentes sobre el uso de smartphones en Estados Unidos entre hispanos de bajos recursos. Según la encuesta realizada, el 86 por ciento no posee un teléfono fijo y el 88 por ciento carece de conexión a internet en el hogar, pero el 94 por ciento tiene celular y el 53 por ciento smartphones. Para el 65 por ciento, el móvil es la única vía de conexión.
El 46 por ciento comparte el celular con alguien, el 88 por ciento usa el servicio prepago, el 50 por ciento tiene teléfonos con todo incluido (llamadas, mensajes de texto y datos), el 18 por ciento utiliza la aplicación de Facebook y el 22 por ciento la de Google, y el 23 por ciento mira YouTube.
Sin embargo, a pesar de estar hiperconectados, pocos se animan a usar los muchos servicios comerciales que provee la web. Por ejemplo, menos del 1 por ciento utiliza Skype para hablar con su familia, a pesar de que podrían hacerlo de forma gratuita, pero el 42 por ciento se comunica comprando tarjetas telefónicas.
Lo misma pasa con el envío de dinero a los seres queridos en el país de origen. Es una práctica recurrente entre el 79 por ciento de los encuestados, pero de ellos, el 63 por ciento lo envía "físicamente", a través de Western Union o MoneyGram, mientras que apenas un 16 por ciento lo transfiere online desde una cuenta bancaria, y ninguno utiliza PayPal.
"Estos resultados son lógicos, ya que si uno tiene un presupuesto limitado, un smartphone puede ayudar a evitar el gasto de dinero en una conexión casera. Además, considerando que los hispanos son más jóvenes que el total de la población, tienden a conectarse más frecuentemente porque crecieron en la era digital", explica Leylha Ahuile, analista multicultural de Mintel International, en diálogo con Kutchera.
Lo mismo piensa el doctor Felipe Korzenny, director del Centro para Comunicación y Marketing Hispano de la Universidad de Florida. "Las personas que tienen un presupuesto limitado usualmente eligen los smartphones porque ofrecen distintas posibilidades en un solo equipo, y por un bajo costo. Además, las personas menos pudientes suelen tener un estilo de vida más móvil", explicó.
Esta situación llevó a Korzenny a hablar de "tecnologías de la liberación" para referirse a las oportunidades que brindan los smartphones a la comunidad latina de ingresos bajos. La idea sería que la gente que nació excluida de las tecnologías del mundo web y digital, gracias a la venta masiva de celulares logró empezar a hacer negocios y a participar de actividades en las que antes no habría tenido los medios para involucrarse.
Esto puede modificar sustantivamente la vida de las personas que dependen de las economías rurales, permitiéndoles a los granjeros sortear a los intermediarios y vender directamente a los compradores.
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