James Bond los
adoraría, las películas de ciencia ficción los podrían haber imaginado,
pero los relojes inteligentes, presentados en el salón IFA de Berlín,
todavía tienen que convencer al público de su utilidad.
Un día después de que Samsung presentara oficialmente su reloj
inteligente "Galaxy Gear", los comentarios positivos como "pequeña
joya", "genial" o "este es mi regalo de Navidad" se sucedían en Twitter,
pero también las críticas: muy grande, inútil, diseño nada elegante...
Conectado al último smartphone de la compañía coreana por Bluetooth,
este reloj de 74 gramos con una pantalla de 4 centímetros avisa de la
llegada de un email o de las notificaciones en las redes sociales,
permite escuchar música, hacer fotos, dictar SMS y realizar llamadas. En
resumen, igual que un smartphone, pero en la muñeca, sin sacar el
teléfono.
"Hace
algunos años nadie habría adivinado que los smartphones tendrían un
papel tan importante en nuestro día a día. Creo que los smartwatches
pueden convertirse de la misma manera en una parte de nuestra forma de
vida", subraya J.K. Shin, responsable de la división móvil de Samsung
Electronics. Shin cree que los dos aparatos coexistirán y que uno no
acabará con el otro.
Varios grupos ya realizaron hace varios años una incursión en el terreno de los relojes conectados. Pero no hubo demanda.
Actualmente, dado el número de fabricantes dispuestos a lanzarse a la
conquista de este mercado, estos relojes podrían tener éxito. Sobre todo
si se tiene en cuenta que los mercados de smartphones y de tabletas
empiezan a estar saturados. Pero, ¿los relojes conectados pueden
convertirse en un objeto de nuestra vida cotidiana como lo son los
relojes? Annette Zimmermann, analista en la consultora Gartner, lo
duda.
"Por ahora, la
demanda de los consumidores es muy débil en comparación con cualquier
otro aparato móvil (...) Sigue siendo un producto de nicho y sólo una
porción muy pequeña de consumidores reemplazarán su smartphone por un
smartwatch en los próximos cinco años", explica a la AFP. Ninguno de
los relojes presentados hasta el momento funciona como un smartphone
autónomo. Pero "incluso como complemento de un smartphone, el despegue
de la demanda será limitado", añade Zimmermann.
Según la analista el precio y el diseño, aspecto en el que se espera el
hipotético modelo "iWatch" de Apple, tendrán una importancia
decisiva. Las tarifas establecidas son relativamente asumibles, con un
precio probable de 299 euros para Samsung, casi 200 euros para el
Smartwatch 2 waterproof de Sony, 180 euros para el último G-Shock de
Casio, pionero en el sector, y 150 dólares para reservar el de Pebble,
creado gracias a la financiación de los internautas. Bitkom, la
federación alemana de alta tecnología, es mucho más optimista sobre el
futuro de estos relojes.
Según un sondeo, un 38% de los alemanes están interesados en los
relojes inteligentes y el 16% ya están seguros de querer llevar uno, lo
que equivale a más de 11 millones de compradores potenciales en el país.
Se trata principalmente de hombres menores de 30 años. El gabinete
Canalys apuesta por la venta de más de 5 millones de este tipo de
relojes en todo el mundo en 2014, frente a los 500.000 de 2013, una vez
que los gigantes Microsoft, Google y, sobre todo, Apple se sumen a
Samsung, Sony o Motorola, ya presentes en el mercado.
"Los relojes inteligentes serán la nueva categoría de productos
electrónicos más importante desde que el iPad inauguró el mercado de las
tabletas" en 2010, consideraban este verano los analistas de Canalys.
Para seducir al cliente, Samsung juega con la moda. La firma quiere
convencer "a aquellos que no compran sólo aparatos para responder a
necesidades prácticas, sino también para tener un estilo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario