La precisión de la mano del cirujano humano no es infinita. Ciertas intervenciones quirúrgicas que requieren manipular áreas extremadamente pequeñas del cuerpo humano, se están ya beneficiando de los “dedos” de robots especializados, que guiados por sistemas informáticos dirigidos por los cirujanos, ejecutan con precisión sobrehumana las acciones requeridas. Un nuevo y avanzado robot de esta clase, especializado en cirugía cerebral, está siendo desarrollado en la Universidad Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, Estados Unidos.
El nuevo miembro de la creciente familia de robots cirujanos está especializado en cirugía destinada a aliviar la presión perjudicial causada por una hemorragia en el cerebro.
Se trata de un robot guiado por imágenes que emplea agujas orientables del tamaño de las utilizadas en las biopsias para penetrar en el cerebro con daños mínimos y succionar luego el coágulo de sangre que se haya formado.
Este singular robot es, como en otros casos, el fruto de una colaboración entre especialistas de áreas muy diferentes, por un lado médicos y por el otro ingenieros. El grupo lo encabezan los profesores Robert J. Webster III y Kyle Weaver.
Los coágulos cerebrales constituyen la principal causa de muerte o discapacidad. Cuando se sufre una hemorragia intracerebral, el 40 por ciento de los pacientes fallece en el plazo de un mes. Muchos de los supervivientes tienen daños cerebrales graves. El problema es más común de lo que querríamos. Sin ir muy lejos, el padre de Webster sufrió una hemorragia cerebral. “Afortunadamente, fue uno de los pocos privilegiados que sobrevivió y se recuperó completamente”, explica Webster. Pero otras personas tienen menos suerte, y el drama resultante culmina en muerte o en merma la calidad de vida del paciente.
Durante los últimos cuatro años, el equipo de Webster ha estado desarrollando un sistema de aguja orientable para cirugía “transnasal”: una operación para extirpar tumores en la glándula pituitaria y la base del cráneo que tradicionalmente ha implicado efectuar grandes cortes en el cráneo o en la cara del paciente. Los estudios han demostrado que utilizar un endoscopio para penetrar a través de la cavidad nasal es menos traumático, pero el procedimiento es tan difícil que sólo un puñado de cirujanos ha conseguido dominar la técnica con suficiente destreza.
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