La tecnología de impresión en 3D nos permite crear muchas piezas que incluso pueden utilizarse como repuestos. La semana pasada HP anunció una impresora 3D para 2014, en lo que supone el primer apoyo de una empresa de gran tamaño. Hasta ahora habían florecido bastantes proyectos de dispositivos, muchos de ellos con origen en los principales servicios de crowdfunding, pero la entrada de HP seguro que hace que otras empresas igual de importantes ingresen de lleno en este mercado lo que supondrá una mejor oferta para los usuarios. Esto, que en principio es tremendamente positivo, conlleva no obstante ciertos riesgos, como suele ocurrir de manera más habitual de lo que sería deseable, con cada innovación tecnológica. Y en este caso el asunto que preocupa no es cuestión menor, ya que un dispositivo que permite imprimir cualquier objeto en tres dimensiones, permite precisamente eso, crear todo tipo de objetos. Un claro ejemplo de ello es que la Policía de Manchester ha detenido a una banda que imprimía piezas 3D para crear armas.
En la operación, en la que los agentes han incautado varias piezas que, por su aspecto, podrían ser un gatillo y la recámara. Ahora tendrá que ser un peritaje judicial el que determine si esas piezas, impresas con el dispositivo, tenían el claro propósito de ser empleadas para construir un arma. A este respecto, hay que recordar que la legislación británica es muy clara al respecto, la tenencia de armas sin licencia está totalmente prohibida, por lo que de demostrarse que la finalidad de la impresión era esa, los detenidos se enfrentarían a no pocas acusaciones. Algo que preocupa seriamente a los cuerpos de seguridad, ya que los delincuentes pueden emplear este tipo de solución para crear sus propias armas, en vez de tener que acceder a productos ya manufacturados, ya sea de manera legal o del mercado negro.
Y el mayor riesgo, todavía más preocupante que el que supone que cualquier persona con una impresora 3D pueda crear su propia arma, es que éstas, al estar construidas en un material que hasta ahora no era considerado “peligroso”, no son detectables mediante la inmensa mayoría de los sistemas de seguridad. Es decir, que un chequeo estándar de aeropuerto sería, casi con total seguridad, inútil para detectar un arma impresa con una impresora 3D. Es cierto que, aún con el arma, es necesario contar con algún detonante (pólvora, principalmente), que tampoco se puede comprar en cualquier parte. Pero, sin duda, es más sencilla de obtener que un arma completa.
Esto abre un interesante debate, en el que de nuevo se enfrentan las libertades individuales y la seguridad. Unos, claro, afirman que tienen todo el derecho del mundo a imprimir lo que quieran, sin ser considerados delincuentes por ello. Y, desde luego, se muestran en contra de un control de este tipo de dispositivos y del uso que hacen sus usuarios de ellos. Por otra parte, evidentemente, los que creen que la posibilidad de que cualquier ciudadano, de cualquier rincón del mundo, y con cualquier intención, pueda imprimir su propia pistola con una impresora 3D, como los detenidos por la policía de Manchester, es un riesgo para el que nuestra sociedad no está preparado.
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