Llevan años entre nosotros pero es ahora cuando su uso parece estar refinándose de cara al consumidor final. Son los sistemas biométricos, capaces de reconocer e identificar a un ser humano basándose en algunos de sus rasgos físicos y en su comportamiento. Desde laboratorios que identifican a sus empleados con un escáner de iris hasta modernos gimnasios a los que se accede con la huella dactilar, pasando por la cámara «detecta sonrisas» que Sony lanzó hace casi siete años.
Todo es fruto de la misma tecnología, pero a veces no basta con tener un desarrollo puntero, se necesita una buena implementación y en eso Apple, con sus fallos y sus aciertos, ha dado en el clavo a menudo. El iPhone 5S podría ser una de esas ocasiones. El paso adelante su nuevo terminal reside en el Touch ID, un lector de huellas dactilares que la compañía de Cupertino ha colocado bajo el botón de inicio del dispositivo. De momento sirve para desbloquear el teléfono y para autorizar compras en la tienda de Apple, pero ya se especula con la posibilidad de que dé luz verde a operaciones de comercio electrónico con terceros o sustituya las contraseñas de servicios web.
Cabe recordar que no ha sido el primero en incorporar la tecnología a un «smartphone» -Motorola ya introdujo uno en 2011-, pero Apple lo ha convertido en un sistema rápido y sencillo en el que basta posar el dedo, en cualquier ángulo, sobre el botón para que éste responda. Y lo cierto es que apenas hay quejas. La percepción general es que el invento es el último grito. Así lo confirma una encuesta elaborada por Ericsson entre 100.000 usuarios de 40 países en la que se afirma que 2014 va a ser el año en que la tecnología se asiente en este tipo de dispositivos. El 74% de ellos está convencido de que los fabricantes implementarán estos sistemas biométricos en algunos de sus dispositivos y un 52% asegura que prefiere usar estas herramientas en lugar de las tradicionales contraseñas.
No van desencaminados. El fabricante taiwanés HTC acaba de lanzar al mercado HTC One Max, un «phablet» Android con un sistema similar. Samsung, por su parte, acaba de patentar un escáner de iris para dispositivos móviles, por no hablar de consolas como PlayStation 4 y Xbox One, capaces de identificar quién es el jugador que está al mando. Las últimas versiones de Android ofrecen, incluso, un sistema de reconocimiento facial rudimentario que permite desbloquear el teléfono, si bien el propio sistema operativo reconoce que la opción «es menos segura que una contraseña».
Las posibilidades no se quedan ahí. La semana pasada el fabricante Lenovo firmaba un acuerdo con Gneis, el laboratorio tecnológico de Bankinter, para poner a disposición de los comerciales de la entidad -la tecnología se extenderá a otros bancos a lo largo de 2014- la llamada firma biométrica digital a través de las tabletas ThinkPad Tablet 2.
«Hemos construido un sistema que captura todos los datos biométricos relacionados con la rúbrica. Además del grafo, recoge la presión, la cadencia y la velocidad. En conjunto es como tener la huella dactilar», apunta el director de Tecnología de Gneis, Juan Rosas. Una vez el cliente dibuja el «garabato», la firma se une al contrato, creando un nuevo documento encriptado al que se incorpora el momento y el lugar en el que se ha realizado la rúbrica. A todo ello se añade una capa de seguridad adicional. Según Bankinter, supone un ahorro de costes para los clientes de hasta el 35%.
Un futuro biométrico
¿Abriremos nuestro buzón y la puerta de casa con estos sistemas? «Creo que podremos hacer de todo porque, además de ser más seguro, es más sencillo. Pero será en un futuro lejano», afirma Rosas. Y tanto. Alberto Ruano, director de la División de Enterprise de Lenovo Iberia, señala que la penetración de sistemas como el de la firma biométrica digital «sólo es del 1%. Aún queda mucho camino por recorrer».
El director técnico de PandaLabs, artífices del famoso antivirus, espera que no sea así. «No me hace mucha gracia. Si alguien entra en un servidor donde guardo mis datos y logra acceder a mi contraseña, puedo cambiarla. Si se hace con mi huella, ¿cómo la cambio?», se pregunta Luis Corrons. Un grupo de «hackers» consiguió desbloquear el iPhone 5S nada más salir a la venta reproduciendo la huella de su usuario. Lo difícil, quizá, es que alguien se haga con ella. «Llevo diez años viajando a EE.UU. y en 'Inmigración' me toman siempre las huellas de todas las manos y ya sabemos que la NSA no espía», dice con ironía.
Para Corrons lo correcto sería complementar ese sistema de autentificación con otro. Pero es consciente de que «es un sistema cómodo y al final la comodidad triunfa. A la gente le importa menos la seguridad. Por eso usa WhatsApp», concluye.
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