El mensaje se repite en todo Brasil con algunas variaciones: “¡Nunca pensé que esto fuera suceder pero voy a intentar sacarme la ciudadanía española!”. Ponga en una coctelera el proyecto de ley del Gobierno español que promete conceder la nacionalidad a quien demuestre sus raíces sefardíes. Añada una lista (falsa) con más de 5.200 apellidos, tan comunes en Brasil como Oliveira o Silva. Y agítelo con el poder de Facebook. La mezcla resultante es un enorme rumor que revela no solo el interés de la comunidad judía en enjugar una deuda histórica, sino también el deseo de los brasileños por conseguir una nacionalidad europea.
La lista recorrió como la pólvora varios países de Latinoamérica y, a pesar de que ha sido desmentida por el Ministerio de Justicia español, continúa circulando como si fuera verdadera. Rabinos y asociaciones judaicas han recibido ya centenares de solicitudes de información. En el archivo histórico judaico-brasileño admiten que no hay condiciones para asumir una demanda tan grande de solicitudes. “Esa historia está reventando nuestra investigación. En dos días hemos recibido 20 solicitudes sobre genealogía. No tenemos capacidad para cubrir esa demanda”, explican.
El interés desproporcionado por esta iniciativa que se ha despertado en Brasil, donde la comunidad judaica cuenta con cerca de 110.000 fieles, es explicado por Antón Castro Míguez, profesor del Centro de Educación y Ciencias Humanas. “Está muy enraizada la idea de que en Brasil hay un gran número de personas que descienden de cristianos-nuevos portugueses (judíos que se convirtieron al cristianismo como consecuencia de la persecución de la Inquisición, pero que mantuvieron su fe). Eso genera la sensación de que son muchos los descendientes de esos judíos. Hay muchos estudios de genealogía que demuestran la ascendencia judaica de personas ilustres, como Chico Buarque, por ejemplo”, contextualiza el profesor y autor del libro Contribución para una historia social del judío-español en la comunidad sefardí de São Paulo.
La base del rumor es cierta. Sin embargo, el proyecto de ley del Gobierno español todavía tiene que superar varios trámites parlamentarios y, desde luego, no va a suponer un reparto indiscriminado de pasaportes. La iniciativa, sujeta aún a posibles cambios, promete la nacionalidad española –sin tener que renunciar a la propia nacionalidad- a aquellos que consigan “certificar su condición de sefardita por medio de una serie de pruebas e indicios, además de su vinculación con España o con la cultura española, en su sentido más amplio”, explican en el Ministerio de Justicia, responsable por la iniciativa.
El rabino Samy Pinto, de la Sinagoga Ohel Yaacov en São Paulo, cuya segunda lengua es el español, confirma haber recibido a casi 100 familias que buscan sus raíces y la documentación necesaria para certificarla. “Lo que las trae hasta aquí es un pasado puramente emocional”, explica el rabino. “En la psicología del sefardita la memoria no se borró. Es extremadamente nostálgico. Adora recordar el pasado a través de las músicas, de los grandes pensadores, de la liturgia. Existe una relación de amor entre los judíos sefarditas y sus países de origen que se manifiesta claramente en este episodio”, dije el rabino. El religioso, sin embargo, lamenta que un 25% de sus visitas no llegan motivadas por la nostalgia sino por la ambición de poseer un documento europeo que le permita circular y trabajar libremente en el continente. “Existe una carrera para obtener ese pasaporte”.
“Hay una creencia, con cierto fundamento, de que todos los judíos son personas cultas y de éxito. Por lo tanto, el tener un origen sefardita es muy valorado, más aún si a eso se suma la posibilidad de adquirir la nacionalidad española [...] Hay un sentimiento de orgullo por descender de cristianos-nuevos. Es decir, por manifestar que no descendemos de portugueses, sino de judíos”, explica Castro en español. El profesor advierte, además, del fuerte prejuicio existente en el Brasil contra los portugueses.
El presidente ejecutivo de la Federación Israelí del Estado de São Paulo, Ricardo Berkiensztat, confirma la repercusión de la noticia –la verdadera y la falsa- en su entorno. “Dentro de la comunidad judaica se convirtió en un tema importante y la velocidad de Facebook hizo que muchas personas accedieran a esa información y buscaran aún más. Pero esta no es una iniciativa exclusiva de España. Ya [en 2008] hubo una carrera al consulado de la Polonia [en la Unión Europea desde 2004] para obtener la ciudadanía polaca por el mismo motivo”, explica Berkiensztat, también en perfecto español.
Los orígenes
Hace años que España estudia un modo de conceder la nacionalidad a los descendientes de los judíos sefarditas –originarios de España y Portugal- que fueron expulsados de la península Ibérica en 1492. Se trata de un compromiso personal del Rey de España, manifestado en múltiples ocasiones. Los representantes de la comunidad judaica en Brasil -muy influyente, pero no más numerosa que en otros países como Venezuela- saben desde hace dos años por boca del embajador español en Brasil que el proyecto de ley estaba en marcha. Fue el Príncipe Felipe quien confirmó personalmente, en su última visita al país hace dos semanas, la disposición de España para “corregir un error histórico”.
En Brasil, la presencia de la comunidad judaica se remonta a la ocupación holandesa durante el siglo XVII (la primera sinagoga de América está en Recife, Pernambuco), explica el profesor Castro. Y también se nutrió de una inmigración masiva de judíos sefarditas de origen marroquí en la región Norte de Brasil, en los Estados de Amazonas y Pará, a finales del siglo XIX.
Otra oleada de grupos de judíos sefarditas (provenientes de la península Ibérica) llegó a Brasil a finales del siglo XIX e inicios del XX. “Ellos se asentaron principalmente en los Estados de São Paulo y Río de Janeiro, formando una comunidad muy importante (muchos de ellos se dedicaron a la importación-exportación y también al mercado de café)”, recuerda el profesor. “Lo que sucede es que en Brasil ya había comunidades judaicas más tradicionales de judíos askenazis (de la Europa central y oriental), franceses, alemanes y del este europeo, que ya estaban asentados en estas tierras desde la segunda mitad del siglo XIX. Así, y debido al alto grado de occidentalización de los inmigrantes sefarditas, esta comunidad quedó prácticamente invisible en el país”, explica Castro, que cita el presentador de televisión Silvio Santos como ejemplo. “Su familia tiene sus orígenes en Salónica, Grecia. Y hasta hace poco tiempo, nadie tenía conocimiento o daba importancia a su origen judío”.
En los últimos siete años ha sido concedida la nacionalidad española a 746 sefarditas, principalmente turcos y venezolanos, pero también de la zona del norte de África y de varios países de Latinoamérica. La concesión se hacía hasta ahora por la llamada Carta de Naturaleza, un procedimiento de libre decisión del Gobierno español. Hoy hay más de 3.500 solicitudes de este tipo sin resolver en los archivos del ministerio. Con la nueva ley, se esperan por lo menos 150.000 nuevas solicitudes más.
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