La semana pasada Microsoft anunció por sorpresa la llegada de Windows 10, a nadie le salían las cuentas. Los de Redmond habían saltado por sorpresa del Windows 8, la última versión de su sistema operativo, a Windows 10. Es decir, se habían ‘comido’ al 9. Y no, no es que la empresa fundada por Bill Gates haya reinventado las matemáticas básicas, sino que existen poderosas razones que justifican el salto. O al menos, las hay para ellos.
Existen varias teorías que explican este cambio. La primera de ellas la reduce a una simple pero, muy efectiva estrategia de marketing. Windows 8 fue un sistema operativo que causó un impacto no muy positivo en la imagen de la compańía. Sus cambios de diseño, sus aplicaciones, la desaparición del botón de Inicio fueron novedades que los usuarios de PC no llevaron muy bien. Así que parece lógico que saltar al 10 sea la manera más directa de decir al mundo que la renovación es tan profunda que es como si Microsoft estuviera subiendo una escalera saltando de dos en dos.
Un usuario de Reddit, que asegura trabajar como programador de software para Windows, afirma que la denominación Windows 9 habría generado gran inestabilidad en muchos programas, que confundirían en su código de programación la nomenclatura ‘Windows 9’ con ‘Windows 95’ y ‘Windows 98’. Supuestas pruebas realizadas en Redmond así lo confirmarían, así que aparece mejor llamar Windows 10 al sistema operativo para que no hubiera problemas de compatibilidad.
Multitud de plugins o de versiones antiguas de programas como QuickTime utilizan códigos reciclados que los han ido haciendo compatibles con las nuevas versiones de Windows, pero obligar a las empresas a reprogramar sus productos por Windows 9 hubiera supuesto un esfuerzo demasiado grande.
Cuando el vicepresidente de Microsoft , presentó Windows 10, aseguró que el nombre que querían haber utilizado para su nuevo producto era Windows One, pero que como podría ser confundido con la consola Xbox One.
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