El danés Dennis Sorensen pasará a la historia por ser la primera persona con una mano amputada que pudo volver a tener sentido del tacto. Dennis, gracias a una mano protésica con un cable conectado a los nervios de su brazo, volvió a tener información sensorial en tiempo real. Así, pudo agarrar objetos intuitivamente e identificar lo que estaba tocando mientras tenía los ojos vendados como, por ejemplo, una mandarina o una pelota de béisbol.
Diez años después de haber perdido su mano izquierda se convirtió en el primer amputado del mundo capaz de tener información sensorial en su mano. El mérito es del trabajo de un equipo de investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Laussana-EPFL, en Suiza y del Centro de Microrrobótica-SSSA, en Italia, que desarrollaron un complejo y revolucionario sistema de retroalimentación sensorial que permite conectar la mano biónica al sistema nervioso del brazo de Dennis. El experimento del prototipo de esta tecnología biónica se probó en febrero de 2013 durante un ensayo clínico en el Hospital Gemelli, en Roma, bajo la supervisión de Paolo Maria Rossini,los resultados fueron publicados en "Science Translational Medicine".
El estudio, llamado Lifehand 2, demuestra que las manos protésicas equipadas con sensores artificiales podrían transformarse en prótesis más útiles y más reales al tener capacidad sensorial. Los resultados también sugieren que, utilizando este revolucionario sistema de retroalimentación sensorial, podrían generarse prótesis de manos capaces de sentir otras sensaciones, como la textura o temperatura.
Sorensen logró agarrar objetos de manera intuitiva y reconocerlos con los ojos vendados.
Los investigadores lograron crear una interfaz neuronal para enviar la información sensorial de la mano artificial al cerebro. La interfaz permite conectar el sistema nervioso del usuario con los sensores artificiales de la prótesis para que pueda controlar movimientos complejos de la mano y los dedos.
El prototipo superó con creces los primeros ensayos y se buscarán dos o tres personas para ensayar durante varios años las prótesis, cuyos componentes algunos son portátiles y otros han de ser implantados.
De lograr resultados positivos se podría pasar en cinco o seis años a la siguiente fase, consistente en un ensayo clínico a gran escala con el que se determine si es posible generalizar el uso de la prótesis.
La próxima etapa de investigación consistirá en hacer más pequeños los componentes electrónicos para integrarlos a la prótesis y lograr también una batería eficaz, señalan los investigadores.
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