El Pew Report on Robots, un estudio llevado a cabo por el Pew Reserch Center, incluye visiones de expertos sobre los avances en inteligencia artificial y robótica, y su impacto en nuestros trabajos y empleos.
Según ese estudio, nuestras preocupaciones no deberían dirigirse hacia el hecho de que los humanoides se vuelvan tan inteligentes que se queden con nuestro trabajo sino que lo que debemos temer realmente es que nos ‘sean infieles’ y no tengan remordimientos.
Las conclusiones del estudio, titulado AI Robotics and the Future of Jobs, no son nada novedosas a nivel laboral.
Los avances en tecnología y robótica nos librarán de los trabajos más pesados y puede que también desaparezcan algunos oficios, pero al mismo tiempo crearán nuevas profesiones y, sobre todo, redefinirán la idea que hasta ahora hemos tenido del término trabajo y de lo que se espera de un asalariado o profesional liberal.
El ‘jane’ del asunto
El estudio empieza a ponerse interesante cuando Stowe Boyd, de la compañía Gigaom Research, dice que para el año 2025 “los robots sexuales serán algo habitual, a pesar de que puedan ser fuente de desprecio y divisiones”. Argumenta que estas maquinitas lujuriosas “serán vistas por sus detractores, tal como ahora muchos identifican a los selfies, como un signo de todo lo malo que ocurre en el mundo”.
Stowe Boyd no es el único que predice este enorme tsunami en la sexualidad planetaria. Ya antes David Levy, campeón de ajedrez y experto en inteligencia artificial, se había explayado a gusto al respecto en su libro Amor y sexo con robots (2008, Paidós), donde auguraba que en 2050 habría androides diseñados para satisfacer nuestras necesidades sexuales y afectivas.
Según una encuesta llevada a cabo en el Reino Unido, y supervisada por el profesor Martin Smith, de la Middlesex University, el 46% de las 2.000 personas encuestadas estaría a favor de mantener relaciones sexuales con un robot y no verían con malos ojos a quienes lo hicieran
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