Tras haber sido durante mucho tiempo anecdótica, la impresión en tres dimensiones empieza a tener usos múltiples, en particular en el sector de la defensa, lo que podría anunciar una nueva revolución industrial, según los expertos.
La tecnología tiene ya sus primeras aplicaciones prácticas. Pues, en diciembre de 2014, la tripulación de la Estación Espacial Internacional (ISS) pudo fabricar una especie de llave inglesa cuyo diseño le fue enviado desde la Tierra, gracias a una impresora 3D especialmente adaptada a la ingravidez.
Asimismo, a finales de 2013, el gigante británico del armamento BAE Systems integró, por primera vez, una pieza de metal impreso a un cazabombardero Tornado. En un video reciente, el grupo imagina posibles utilizaciones para el futuro, como, por ejemplo, la impresión tridimensional de un avión. "Es una perspectiva a largo plazo, pero tenemos el objetivo de fabricar una aeronave utilizando exclusivamente la tecnología de impresión 3D”, explica Matt Stevens, responsable de la división de impresión 3D en BAE.
Además, con el vencimiento reciente de varias patentes cruciales, las nuevas impresoras capaces de utilizar metales, madera o tela van a ser mucho más accesibles, lo que permite entrever un cambio histórico para la producción manufacturera.
El ejército de Estados Unidos invierte masivamente en la impresión tridimensional para poder producir uniformes, piel sintética para curar a los heridos o incluso alimentos, explica Alex Chausovsky, analista de IHS Technology.
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