Tras haber sido durante mucho tiempo anecdótica, la impresión en tres dimensiones empieza a tener usos múltiples, en particular en el sector de la Defensa, que podrían anunciar una nueva revolución industrial, según los expertos.
Para muchos, la impresión en 3D sigue siendo un “gadget”, eficaz para reproducir figuritas en plástico. Pero con el vencimiento reciente de varias patentes cruciales, las nuevas impresoras capaces de utilizar metales, madera o tela van a ser mucho más accesibles, lo que permite entrever un cambio histórico para la producción manufacturera.
Siempre en búsqueda de nuevas tecnologías, la poderosa industria de la Defensa está en la vanguardia de estas innovaciones. El Ejército de Estados Unidos invierte masivamente en la impresión tridimensional para producir uniformes, piel sintética para curar a los heridos o incluso alimentos, explica Alex Chausovsky, analista de IHS Technology.
Investigadores del famoso MIT (Massachusetts Institute of Technology) han inventado incluso la “impresión en 4D”, con materiales que se transforman en contacto con otros elementos como el agua. Esto podría llevar un día a la fabricación de uniformes camaleón que cambiarían de color en función del entorno.
La tecnología tiene ya sus primeras aplicaciones prácticas. A fines de diciembre, la tripulación de la Estación Espacial Internacional (ISS) pudo fabricar una especie de llave inglesa cuyo diseño le fue enviado desde la Tierra, gracias a una impresora 3D.
A finales de 2013, el gigante británico del armamento BAE Systems integró por primera vez una pieza de metal impresa a un cazabombardero Tornado.
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