Si eres aficionado a las salas de cine y te gustaría tener una calidad y sensación parecida en tu casa, un proyector doméstico es la opción de mayor calidad. A partir de las 46 pulgadas, la relación calidad-precio es mejor respecto a la de una pantalla de Tv.
El portal www.facilísimo.com plantea que si no tienes suficientes conocimientos en proyectores, es recomendable comprar un Full HD. Entre las ventajas de los modelos domésticos está el hecho de que la distancia de proyección permite un margen más reducido: bastará con dos metros entre el equipo y la pantalla.
Una vez que has elegido el modelo que mejor se adecue a tus necesidades —los puedes hallar sencillos desde $us 290 hasta $us 1.400 para los más sofisticados—, la instalación la puedes hacer tú mismo de forma práctica si tienes en cuenta los factores necesarios para que su proyección y visualización sean las adecuadas.
El primero de estos aspectos es la luz de la habitación: se debe buscar una sala suficientemente amplia como para que se pueda manejar el filtro de luz natural, bajando las persianas y cerrando la puerta.
Si decides colgar el proyector o colocarlo sobre un mueble debes cumplir una condición: los cables tienen que estar protegidos en el suelo y cubiertos si se coloca el aparato sobre una mesa; o a través de la pared, si se hace un montaje en el techo.
Por último, haz algún ensayo con el aparato antes de explorar sus funciones: mira el enfoque regulando la lente, alinea la imagen mediante zoom y revisa que las fuentes de origen del video (Tv, receptor o PC) sean óptimas.
En www.muycomputer.com se recomienda tener un proyector con desplazamiento de lente, pues facilitará la colocación de la imagen tanto de forma horizontal como vertical. Si incluye corrección Keystone, modificará su aspecto para evitar distorsiones en las zonas superiores o inferiores.
El mantenimiento debe ser continuo: revisa las lámparas, cuida la pantalla de proyección y ten en cuenta la luminosidad en relación al espacio donde está instalado.
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