No tomar fotos íntimas a través de un dispositivo conectado a Internet. Por muy seguro que sea, su naturaleza de acceso y conexión universal hace posible, aún en una remota medida, que la foto caiga en manos de terceros. En lugar de usar un smartphone para capturar imágenes, utiliza una cámara digital -sin acceso a internet-, es mejor una Polaroid o una Cybershot.
Borrar esas fotos tan pronto como se pueda. Probablemente te las habrás tomado para un uso particular y de seguro no llevarán más de algunos días en tu teléfono. Es mejor eliminarlas de inmediato, así ahorras espacio en el móvil y de paso evitas dolores de cabeza, en el caso de que lleguen a caer en manos equivocadas.
Usar passwords para todo, en particular, para acceder al smartphone. Es increíble que algunos por ahorrarse unos milisegundos desactiven el bloqueo por contraseña (o por patrón) de sus móviles y faciliten que un simple deslizamiento habilite el acceso completo a su contenido. Dos soluciones: Activa/reactiva el bloqueo en el móvil (a través del panel de Configuraciones/Settings) o usa apps que bloqueen aplicaciones específicas, las galerías, cámaras, redes sociales, etc.
No guardar fotos en la nube. En la era "cloud" es importante tomar en cuenta que hay servicios de almacenamiento con poca protección, por ejemplo, los que no permiten activar la autentificación en dos pasos para bloquear la entrada a los hackers. Usa Dropbox, Drive e iCloud para las fotos familiares, las del café en la mañana y las de curiosidades cotidianas, para nada más.
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