El robot, que posee la apariencia de un oso polar de rostro dulce y ojos grandes, tiene la altura de un metro y medio, pesa 140 kilogramos, puede ejercer una fuerza considerable con suavidad y fue bautizado como "Robear" (acrónimo de robot y "bear", oso en inglés).
Robear incorpora tres tipos de sensores destinados a calcular la fuerza y la posición necesarios para realizar tareas como levantar a una persona sin que corra peligro de sufrir daños.
Además, cuando es necesario, la base del androide se eleva para evitar que el paciente caiga al suelo, mientras se mantiene en una posición más baja para maniobrar en espacios reducidos como las puertas.
El robot, desarrollado por el instituto japonés de investigación Riken en colaboración con la empresa tecnológica Sumitomo Riko, está pensado para aliviar la carga de trabajo sobre los cuidadores y el personal sanitario y mejorar la calidad de vida de las personas mayores.
El aumento de la longevidad es una tendencia global que presenta nuevos retos para los desarrolladores tecnológicos, y cuya incidencia es especialmente significativa en el caso de Japón.
El país asiático cuenta con una de las sociedades más envejecidas del mundo, con casi 33 millones de personas que superan los 65 años, más de la cuarta parte de su población.
"Tenemos la intención de seguir investigando para desarrollar robots más prácticos, capaces de proporcionar una atención potente a la vez que sutil en el cuidado de las personas mayores", afirmó Mukai Toshiharu, líder del equipo de investigación.
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