La idea es sencilla: un robot encuentra la salida de un laberinto. Lo hace a través de sensores que le permiten identificar objetos y seguir líneas en una superficie plana. El desarrollo del prototipo, que es capaz de realizar esta tarea, estuvo a cargo de un ingeniero electrónico, tres estudiantes universitarios y un informático.
Ronald Aliaga Leaño, profesional del área de electrónica, es el encargado del proyecto. Comenta que el objetivo que se planteó el equipo, cuando comenzó a desarrollar el dispositivo, fue lograr una buena participación en la quinta versión de la Olimpiada Científica Estudiantil que organiza el Estado. La meta adicional para su construcción fue demostrar que en Bolivia es posible crear robots.
"El modelo se va por una ramificación y no hay continuación de la pista… entonces, el robot está dotado de todos los sensores para que sea capaz de darse cuenta de que ése no es el camino correcto y retornar hasta encontrar la salida”, destaca Aliaga sobre esta creación.
La principal característica del prototipo es que está armado sobre la base de una placa de arduino (plataforma para desarrollo robótico). Además, cuenta con dos tipos de sensores. Uno que es infrarrojo, capaz de darle todo el "conocimiento” del área donde se desenvuelve; y otro, que es de ultrasonido, que le permite "medir las distancias correctas y escoger mejor los caminos”.
También tiene un pivot o esfera de dirección que se encarga de hacer girar el robot, que consta de dos ruedas laterales, hacia los lugares que indiquen los sensores. El tamaño de este modelo es de 15 por 20 centímetros ya que, según su creador, éstas son dimensiones óptimas para que los sistemas operen de forma "cómoda”.
Si bien el diseño inicial está realizado para la competencia educativa referida, Aliaga explica que al menos el robot consta de características adicionales que no las utilizará por normas del concurso, pero que sí las desarrollaron. Comenta que se diseñó un software mediante el cual será posible controlar el prototipo desde un smartphone que funcionará como mando a distancia.
También se lo podrá utilizar como un explorador de zonas donde se requiera tomar datos de la temperatura y la humedad. Y, por último, es posible que a este modelo se le pueda incorporar un sistema de GPS para que sea capaz de posicionarse en un determinado punto en un mapa, dependiendo de las necesidades de los usuarios; por ejemplo, en caso de que se pierda y que su dueño requiera encontrarlo.
Estas últimas tres funcionalidades, explica Aliaga, las pensaron más para que los jóvenes se den cuenta de que no es difícil emprender con un desarrollo similar. Pero el objetivo primordial es aportar con este modelo para que estudiantes universitarios y de colegios aprendan robótica.
"Tenemos pensado en que este robot pueda ser distribuido de manera masiva en los colegios y en algunas universidades”, asegura.
El prototipo está aún en fase de desarrollo y tiene un avance del 90%. Entre los detalles por mejorar, y las pruebas para realizarse, Aliaga considera que puede pasar un mes. En julio, expresa, ya estaría "listo para sus pruebas de fuego”.
Este desarrollador destaca que en el país se esté comenzando a valorar el área de la robótica de forma "más seria”, algo que, a su criterio, no sucedía antes. "Hasta hace muchos años atrás hemos tenido malas experiencias sabiendo lo que se imparte en las universidades. Cuando uno, hace unos cinco años atrás, quería tocar estos temas, no tenía el apoyo necesario”, finaliza.
Punto de vista
Wilmar Pimentel
Coord. Olimpiada de Robótica
"Genera espacios de aprendizaje”
Bolivia carece de una estructura competitiva institucionalizada. La mayoría de los torneos o competencias académicas sostenidas y con un norte claro proviene de iniciativas que nacieron en grupos de estudiantes y docentes que merced a buenos contactos o muchos sacrificios personales lograron implementarlas.
Las Olimpiadas Científicas son un ejemplo interesante de un trabajo conjunto, donde el Viceministerio de Ciencia y Tecnología se alió con diferentes grupos académicos para viabilizar un concurso con cientos de miles de participantes en ocho áreas de competición.
Antes de la Olimpiada de Robótica, el mundo de competencias de robots a nivel universitario pasaba entre lo inexistente a lo subterráneo. Si bien se hacen robots hace muchos años con logros internacionales en algunos casos, desde el año pasado, en parte por la aparición de la olimpiada, esta área académica ha comenzado a ganar relevancia.
Iniciativas como la del ingeniero Aliaga son importantes pues generan espacios de aprendizaje para los estudiantes, de forma que al ver cómo construyeron este robot en específico, pueden usarlo como inspiración para sus propios trabajos.
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