Sustituir a un trabajador por una máquina en determinados trabajos forma parte de la evolución industrial. Pero las personas no tienen los días contados. Los ordenadores han dibujado una vida más fácil y cómoda. El siguiente paso, como se nos vaticina desde el sector de la tecnología, es humanizar los robots.
Máquinas autómatas, que piensan por sí solas. Que se mueven, que hablan. Coches que conducen solos y prometen reducir a cero la siniestralidad. Electrodomésticos que "hablan" entre ellos. Caemos en tintes apocalípticos al soñar con un mundo esclavizado por robots, argumento muy cinematográfico, por otra parte, como han tratado de pergeñar películas como "Yo, robot" o "Terminator". Pero la realidad es otra: aunque se han conseguido importantes avances científicos, los robots aún no son perfectos.
El combate entre el cerebro y la Inteligencia Artificial lleva más de cincuenta años de asaltos. Salvo notables excepciones, el ser humano ha sido capaz de vencer en muchas ocasiones, sobre todo en el cuerpo a cuerpo. Pareciera que estos ordenadores son más eficientes en tareas destinadas a la logística. Sin ir más lejos, el gigante del comercio electrónico Amazon provocó que más de uno se cayera de la silla cuando dio a conocer su proyecto de drones capaces de transportar paquetes de forma programada.
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