Un equipo conformado por cuatro ingenieros mecatrónicos y una ingeniera biomédica ganó una convocatoria mundial impulsada por la Agencia de Asuntos Ultraterrestres de la ONU en coordinación con el ZARM (Centro de Tecnología Espacial Aplicada y Microgravedad) para realizar experimentos en condiciones espaciales.
Durante dos semanas, en noviembre, los integrantes realizarán pruebas en ese centro de investigación de Alemania y cuyo principal laboratorio es el Drop Tower, que facilita que los científicos efectúen experimentos bajo exigentes condiciones de microgravedad.
El grupo está conformado por el docente y tutor del proyecto Fabio Díaz, los ingenieros mecatrónicos Diego Rojas, Gabriel Rojas, Jhon Ordóñez y la ingeniera biomédica Maritza Irahola.
"Yo creo que es un gran hito y demuestra que Bolivia tiene grandes profesionales; no tenemos la más grande tecnología, pero sí la suficiente como para competir a nivel mundial”, sostiene Díaz, quien afirma que es la primera vez que en ese centro "se va a hacer estudios en cuanto a dispositivos médicos”.
La gestión, la espera
"Una larga espera”, así califica Jhon Ordóñez al tiempo que transcurrió desde que enviaron los documentos hasta que recibieron la buena noticia. Pero en el trayecto, un factor que les generaba ansiedad era si la documentación iba a llegar a tiempo, dado que uno de los requisitos fue que los papeles se enviaran por correo.
"Esperamos la respuesta cerca de un mes luego de haber enviado la postulación. Toda la documentación debía enviarse en físico hasta Viena, Austria. Incluso desde ahí teníamos bastante tensión de ver si nuestra postulación llegaba a tiempo”, cuenta este investigador.
Los experimentos
Tres son los dispositivos que probarán en Alemania. El primero es para analizar la fuerza de ruptura de material, una prueba de tracción; el segundo es para determinar la velocidad en que éste recupera su forma. "Es un biomaterial que tiene dos características: tiene una elasticidad mucho mayor a la de los metales conocidos y tiene el rasgo de que puede recuperar su forma”, explica Díaz.
Para esta prueba, cuenta Gabriel Rojas, diseñaron "un prototipo, que es el equipo de tracción que se encarga de quebrar los alambres de nitinol (el biomaterial) y ver cómo se comporta en condiciones espaciales”.
El tercer experimento consiste en probar el desempeño de un simulador de cardiopatía congénita en el espacio. "Eso es para analizar cómo una persona que use dispositivos médicos cardiovasculares se desempeña en el espacio”, explica Díaz.
La preparación
Los integrantes informan que de las dos semanas que estarán en Alemania una de ellas la dedicarán a integrarse con el equipo del ZARM en la Universidad de Bremen, para luego pasar a efectuar las pruebas.
Desde hace dos meses fabrican los prototipos para los experimentos que realizarán. Mientras tanto, mantienen contacto con un asesor del centro de investigaciones, quien hace seguimiento del avance de su trabajo.
Los recursos y la clave
Los integrantes del equipo sostienen que requieren apoyo para llevar adelante esta empresa. En la actualidad, la compra de componentes y otros materiales están corriendo por su cuenta. Por ello piden ayuda del Gobierno.
Pero ¿cuál es la clave para lograr este tipo de iniciativas?. "Primero se debe tener convicción, uno debe creer en su trabajo y algo fundamental es el equipo, un grupo simbiótico (…) y está PFM (Productos para medicina) que facilitó este material, y además que manifiesta un compromiso para formar investigadores”, dice Díaz.
"Esto nos ha demostrado que podemos competir a un nivel muy alto”.
Fabio Díaz, tutor de proyecto.
"Fue una larga espera, cerca de un mes luego de enviar la postulación”
Jhon Ordóñez, integrante del equipo.
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