Para iniciar la conversación se escribe en la computadora: "Hola, ¿qué eres?”. La respuesta surge en menos de un segundo: "Soy KAS, un robot”, se lee en la pantalla, al mismo tiempo se escucha de los parlantes una voz femenina que repite las mismas palabras.
A partir de ese momento, cual filme de ciencia ficción, es posible iniciar una charla con KAS 2001, un asistente virtual creado por un joven viacheño.
Wilson Quispe Alanoca tiene 20 años y en la actualidad cursa el sexto semestre de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Pública de El Alto. Cada día, emplea más de una hora en ir desde su vivienda que se ubica en Viacha hasta su segundo hogar, la casa de estudios que le permitió crear este asistente virtual.
"Lo quería elaborar para que enseñe inglés o aymara, pero una vez creado, me pareció hacer un agente convencional para que converse con el usuario”, comenta Wilson.
Se trata de un software especializado. Quispe comenta que para desarrollarlo, investigó sobre inteligencia artificial, redes neuronales humanas y patrones de razonamiento.
La automatización e "inteligencia” de este prototipo son sus principales virtudes, comenta. Wilson asegura que incluso se puede dar el caso de que el usuario llegue a "congeniar” con la máquina, dado que es "amigable”.
"Hay que entrar más en lo que es el algoritmo genético (redes neuronales). Generalmente en una parte de cerebro hay pulsaciones y esas pulsaciones tratan de identificar lo que piensa el cerebro. A través de eso hacemos una ecuación que se llama algoritmos genéticos y eso lo programamos con software”, explica.
Cinco meses pasaron para que la idea de este emprendedor se transforme en realidad.
La convocatoria para mostrar proyectos en una reciente feria universitaria bastaron para que Wilson decidiera mostrar lo "mejor de sí”.
Comenta que una de sus fuentes de inspiración fue la película Chappie, estrenada este 2015. La trama de la cinta gira en torno al secuestro de un robot "prodigio”, inteligente y con sentimientos.
Usos potenciales
Si bien el actual modelo permite un vínculo entre hombre y máquina, no tiene definido un uso específico. Dentro de las potencialidades se destaca la enseñanza de lenguas, además de materias como matemáticas o historia; y también su aplicación en "vehículos inteligentes” o "casas del futuro” que puedan ser accionados mediante comandos de voz.
Dentro de la gama de posibilidades, su desarrollador considera que de momento el dispositivo es más apto para la enseñanza de idiomas. Este modelo tiene una batería de 1.000 palabras en español, "disponible para conversaciones y con sentido”.
Una vez concluido el proyecto, Wilson piensa patentarlo y comercializarlo. Estima que costará 2.000 dólares.
Vocación tecnológica
Este joven desarrollador recuerda que desde niño siempre le gustó la tecnología. Según cuenta, su "origen humilde” no fue un inconveniente para conseguir sus metas. Conocía a la perfección cómo funcionaba la única computadora que había en su casa; comenta que se dedicó a crear programas debido a su factibilidad.
"He incursionado más en la parte de software, y no así en hardware, porque soy una persona de bajos recursos y es más fácil crear desde la computadora”, afirma.
KAS 2001
Inspiración La película Chappie (2015) fue uno de los motores para que el creador del KAS 2001 lo ideara.
Palabras Este asistente digital inteligente tiene una batería de 1.000 palabras en español.
Conversación Es posible mantener una conversación fluida con el KAS 2001.
Punto de vista
Mario Durán Ch. Activista en redes
"Desde cualquier punto de vista,
es un avance”
Hay un interesante avance a nivel mundial de este tipo de asistentes. Por ejemplo, estás en la plaza Murillo y le dices a tu asistente que quieres ir a Sopocachi y se guía por el GPS y te da indicaciones. Esas son inteligencias artificiales que se accionan en función a los comandos de voz que les das. Eso está pasando a nivel mundial.
Pero a nivel local es interesante q ue estudiantes, y casi ingenieros, estén desarrollando este tipo de aplicaciones basados en la inteligencia artificial. Este tipo de software no responde a, b o c, sino que aprende de las preguntas que se le haga. Desde cualquier punto de vista, es un avance, ya que se puede comercializar y no sólo se puede aplicar a idiomas. Imaginemos un guía virtual que nos lleve por un destino, como Coroico, y nos diga hacia dónde ir.
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