El tan esperado 5G, tema central del Congreso Mundial de la Telefonía Móvil desarrollado recientemente en Barcelona, España, aumentará la velocidad de internet pero, ante todo, organizará la conectividad entre los smartphone y millones de objetos conectados como pueden ser refrigeradores, coches o casas.
“El antiguo 4G fue una evolución de su antecesor 3G, con más ancho de banda y más velocidad, pero a nivel general se podría decir que es el mismo ecosistema, mientras que la nueva 5G pretende habilitar toda una serie de usos que se salen de este ecosistema” como lo que podríamos llamar la sanidad electrónica. La industria 4.0 o los transportes, por ejemplo, explicó Viktor Arvidsson, quien es el director estratégico en Francia de la empresa Ericsson.
Para los usuarios, el 5G debe aportar más velocidad y más ancho de banda para permitir el desarrollo del vídeo en línea, la realidad virtual o incluso la llegada de los hologramas en un futuro no muy lejano, de eso estamos seguros.
Pero mucho más allá de las necesidades humanas, el mayor y principal reto del 5G es la esperada explosión del “internet de las cosas” en campos tan pero tan variados como lo pueden ser transporte o máquinas industriales, para los que el 4G no estaba adaptado.
Es posible afirmar que gracias al uso de un espectro de onda más ancho, a antenas cada vez más numerosas y adaptadas a diferentes ondas de radio y debido también a una mayor convergencia entre las redes fijas y móviles, será posible agilizar la rapidez de la transmisión de los datos, una necesidad absoluta e imperativa en el famoso internet de las cosas.
“Será necesaria una red con una latencia de pocos milisegundos para el automóvil por ejemplo. Con el 4G, un vehículo autónomo a 100 km/h necesitará tres metros para accionar el freno, mientras que con el 5G solo serán unos centímetros”, indicó Mérouane Debbah, director matemático y algorítmico de la multinacional Huawei sede París, Francia.
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