Lo cierto es que no se trata de una noticia insólita, David Levy, experto en inteligencia artificial y autor de Amor y sexo con robots, ya afirmó en su momento que en unos años veremos una clara evolución de la robótica, hasta el punto de que los robots más sofisticados empezarán a ser usados por simples mortales, también en la cama. Lo que, según estos expertos, veremos dentro de un tiempo en la vida real como algo de lo más común, ya se empieza a introducir en películas y series de ciencia ficción.
Para Levy los robots sexuales van a suponer una revolución muy positiva para miles de personas que no pueden tener una vida sexual satisfactoria. Incluso, podrían ayudar a tratar enfermedades como la pedofilia, o acabar con el problema de la soledad. Lógicamente costará un tiempo que esto sea aceptado por la sociedad. Pero para el futurólogo Ian Pearson, estos perjuicios se irán diluyendo conforme se vaya mejorando el comportamiento y la apariencia de las máquinas. Al final, en su opinión, se acabará conectando emocionalmente con los robots.
No todas las opiniones son positivas, en el lado contrario se encuentra la antropóloga Kathleen Richardson, quien de forma muy rotunda asegura que nos encontramos en el comienzo de “una pesadilla terrible”. Richardson y otros expertos han creado una campaña para evitar la llegada de los robots sexuales, reclamando a sus defensores que hagan un examen de sus conciencias antes de contribuir a que se desarrolle una tecnología con consecuencias desconocidas en el mundo real. La campaña comenzó para “luchar” contra el lanzamiento de True Companion, la que sería la primera robot sexual del mundo, una muñeca siempre excitada y lista para la acción.
En cualquier caso, el futuro del sexo parece que va más encaminado a alejarse de nuestra especie que a volver a los clásicos, con un Humphrey Bogart, cigarrillo en mano, seduciendo sin prisa a una irresistible Ingrid Bergman. Las gafas de realidad virtual, y sus múltiples aplicaciones en la pornografía, darán paso a que interactuar con máquinas en nuestro dormitorio.
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