Cuando Steve Jobs sacó el iPad de su chistera, el último gran invento de la factoría Apple que él mismo presentó, tenía en mente revolucionar el mundo editorial. Al fin y al cabo, era lo que había hecho con la informática (con el Mac), la música (con el iPod) y, más recientemente, la telefonía (con el iPhone). Este último deseo está todavía por cumplir. En la compañía quieren seguir vendiendo la tableta, pero ya no tanto como un dispositivo de lectura y consumo de contenido, sino como un elemento que promueva la productividad.
iPad Pro pretende suplir al ordenador personal. Apple lo dijo tanto en su presentación en la sede hace dos semanas, como en un encuentro posterior para mostrar la tableta de manera más concreta. En ambas situaciones se cuidaron mucho de decir siempre la palabra PC, como se refieren al universo Windows, pero nunca al Mac, su sistema de ordenadores, eterno rival.
Es decir, apuntan a un público cansado de las complicaciones que les da el tener un ordenador casi obsoleto, usando la sencillez de uso como reclamo para optar por su tableta en lugar de seguir con el formato tradicional de portátil.
Cuando el pasado otoño sacaron la versión inicial de 12,9 pulgadas, un tamaño quizá excesivo por peso y tamaño y no apto para llevarlo siempre consigo, mostraron parte de su estrategia, hacer que su tableta no solo sirva para el consumo, sino también para crear. Con 9,7 pulgadas, el tamaño inicial de la tableta, la propuesta tiene más sentido.
El hecho de incluir las mismas cámaras que los iPhones de alta gama, con 12 megapíxeles la posterior y con 1,2 pero muy luminosa la frontal, marca la diferencia. Quieren que se tomen fotografías y videos, es decir, uso personal. También que se tomen fotografías de páginas, textos o facturas. Durante la demostración no solo enseñaron cómo funciona el popular Office, sino también Scanbot, un programa detector de textos que permite tomar notas sobre el mismo. Perfecto para enviar y ordenar facturas antes de hacer un siempre farragoso informe de gastos. La frontal no apunta tanto a la autofoto como a la función preferida por los abuelos, las videollamadas. En este apartado el iPad brilla, tanto con la opción nativa de FaceTime como con Skype.
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