El pasado 20 de mayo, Página Siete le mostró un video aficionado de un dron que se estrelló en la Muela del Diablo, colina ubicada en las serranías al sur de la ciudad de La Paz. Pero, habrá sido una mala maniobra del que maneja el dron la causa para el choque, al parecer no, ya que el aparato se chocó por la activación del piloto automático.
Cuando un dron Phantom 3 pierde contacto visual con su estación base, sigue un procedimiento de tres etapas para retornar a esta estación: primero, se orienta hacia su punto de partida; luego, se eleva a una altitud predeterminada o mantiene su altura actual, si ésta es superior a la altura de retorno predeterminada; y finalmente, se dirige a su punto de partida en línea recta y aterriza en él.
En el caso del dron que chocó con la Muela del Diablo, el piloto cometió el error de programar una altitud de retorno inferior a la altura de la montaña, entonces, cuando el dron volaba detrás de la Muela y perdió contacto visual con su estación base, se orientó hacia el punto de partida, verificó que estaba a una altura superior a la predeterminada en su protocolo de retorno y aceleró hacia su punto de partida. En el proceso, chocó contra la cima de la montaña.
Afortunadamente, el choque fue amortizado por una mata de paja brava y tanto su cámara y como su sistema de posicionamiento GPS quedaron intactos, lo que permitió encontrar su localización en Google Maps, aunque fue necesario utilizar un segundo dron para identificar el punto exacto del impacto, porque el lugar era de muy difícil acceso y la aeronave se encontraba semicamuflada entre matas de paja brava. El segundo dron tomó una serie de fotografías y la revisión de las mismas permitió identificar el lugar preciso del accidente.
Para la recuperación del dron se contrataron los servicios de un escalador profesional, Marco Antonio Capriles, que, con la ayuda de un segundo escalador aficionado, Mario Miranda, y con el uso del equipo adecuado escalaron hasta la cima de la Muela del Diablo, para luego deslizarse, haciendo rapel, hasta el punto de impacto, donde recuperar el dron accidentado.
La mata de paja brava que amortizó el golpe, también evitó que el dron se despeñara, por lo que el daño fue mínimo, ya que solo sufrió la rotura de dos de sus protectores de hélices y pudo volver a volar casi de inmediato.
Desafortunadamente, una fuerte ráfaga de viento estrelló contra la Muela del Diablo el segundo dron, que se encontraba filmando el proceso de rescate del primero. El daño fue masivo porque se despeñó en un precipicio de más 100 metros de caída casi vertical.
El segundo dron accidentado fue encontrado gracias al minucioso análisis de fotografías tomadas por el primer dron rescatado, pero tristemente tuvo que ser descartado por el daño masivo sufrido en la caída. Todo el proceso de rescate de ambos drones duró cinco días.
Así, la Muela del Diablo terminó cobrando la existencia de uno de los drones que osó intentar fotografiar su majestuosa silueta.
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