Aunque los smartphones sacan fotos cada vez mejores, el tamaño de estos dispositivos pone límites a la calidad de la óptica y de la imagen. Por eso, quien quiera hacer más que tomas ocasionales debería invertir en una cámara de fotos. ¿Pero cuál? La oferta es abrumadora.
El segmento de las cámaras de foto compactas ha sufrido mucho debido a la mejora de las cámaras de los smartphones. "Pero pese a esto, este tipo de cámaras siguen siendo las que más se venden", dice Sophia Zimmermann, de la revista especializada alemana "c't Fotografie".
Esto se debe a la gran variedad que existe, que va desde modelos baratos a 50 euros hasta aparatos muy caros de varios miles de euros.
Sin embargo, la cámara digital de bolsillo, con sensores pequeños y objetivos poco sensibles sí que ha sido sustituida casi por completo por los celulares. Quien quiera diferenciarse realmente de las fotografías que haría un buen smartphone tiene que adquirir una cámara compacta con sensores de al menos una pulgada, recomienda Zimmermann. Este tipo de cámaras cuesta en torno a los 300 euros.
En general, la regla con los sensores de imagen es que cuanto más grandes, mejor, indica Constanze Clauß, de la Asociación de la Industria Fotográfica alemana. La razón es que cuanto más superficie, los píxeles individuales se acomodan mejor, y por tanto captan mejor la luz. Si se tienen muchos píxeles pero en un sensor muy pequeño, sucede lo mismo que si hay pocos píxeles: hay más ruido en la foto.
Las cámaras compactas ofrecen ya enormes zooms ópticos con 50x y más, que abren grandes posibilidades. Pero eso las hace también más grandes y ya no caben en el bolsillo pese a su nombre. Es importante tenerlo en cuenta porque a veces vale la pena que el aparato sea realmente "compacto" y quepa en la mano, donde tiembla menos, según Clauß.
En cuanto a su equipamiento, las compactas de alta gama no se diferencian de las réflex ni de las cámaras sin espejo, pero sí tienen una desventaja clara frente a estas dos últimas: sus objetivos fijos.
Esto puede ser, en cambio, un beneficio para algunos usuarios, comenta Zimmermann. Para el que solamente quiera llevar la cámara encima y no tiene grandes ambiciones, las compactas son la mejor solución.
Pero uno solamente estará preparado para enfrentar cualquier situación con una réflex o una cámara sin espejo (también llamadas de sistema) y sus objetivos intercambiables.
Un objetivo macro tomará esa pequeña flor para que llene toda la imagen y un teleobjetivo hará zoom a la cigüeña sobre la torre, mientras que los gran angulares captarán toda la amplitud del paisaje. La parte negativa es que los objetivos son muy caros y vuelven bastante más pesada la mochila de la cámara.
¿Y qué diferencia a una réflex de una cámara sin espejo? Ya el nombre lo explica. La réflex lleva un espejo que desvía los rayos hacia una pantalla de enfoque que permite visualizar la imagen. En el momento del disparo, el espejo se levanta y se abre el mecanismo obturador para dejar pasar los rayos de luz directamente hacia el sensor.
En cambio, las cámaras de sistema no tienen espejo. Algunas tienen un visor electrónico incorporado o que se puede añadir que captura la imagen del sensor. Muchas ofrecen además una pantalla en la parte posterior para el control del aparato. Debido a la falta del espejo y su mecánica, son más livianas y compactas que las réflex.
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