Videoconsolas, tabletas, smartphones... los avances tecnológicos han hecho que la carta a los Reyes Magos de muchos niños y niñas sea bastante distinta a la de sus padres. En la Universidad de Warwick, en Reino Unido, se han propuesto, sin embargo, que la futura generación de juguetes fusione la tradición con las últimas tecnologías y los avances en neurociencia.
¿Y si juguetes de toda la vida, como el Scalextric o los coches teledirigidos, fueran controlados con la mente? Es lo que se le ha ocurrido a Christopher James, director del Laboratorio de Ingeniería en Biomedicina de esa universidad británica, que está aplicando al sector de entretenimiento las tecnologías desarrolladas a partir de la física y la neurociencia para fomentar el interés de los más jóvenes en el campo de la ingeniería.
En su laboratorio de Reino Unido trabaja con tecnología que permite que los dispositivos electrónicos sean activados a través de impulsos eléctricos que proceden de las ondas cerebrales. Es decir, conectando los pensamientos con sistemas computarizados.
Esta técnica, añade, podría aplicarse a algunos de los juguetes más populares entre los niños -y muchos adultos-, como los helicópteros dirigidos por control remoto y pequeños robots. Todos ellos podrían ser controlados con el poder de la mente.
En lugar de usar un mando a distancia, serían activados mediante un auricular o casco (headset) que se coloca en la cabeza y que sirve como interfaz, es decir, como enlace, entre el cerebro y el juguete.
Los sensores instalados en el auricular miden los impulsos eléctricos del cerebro procedentes de las ondas alfa. Se trata de uno de los cinco tipos de ondas que genera el cerebro y corresponden a los niveles de concentración y relajación. Se generan, por ejemplo, cuando el usuario piensa en su color favorito o en acariciar a su perro. Posteriormente, la actividad cerebral es procesada por un ordenador, amplificada e introducida en el circuito eléctrico del juguete electrónico. Así, los movimientos de éste podrían variar según el nivel de concentración, de modo que el juguete puede ir más rápido si el usuario se concentra más. "Llevo varios años trabajando con interfaces cerebro-ordenador (en inglés, Brain Computer Interface, BCI) y uno de los aspectos que me interesan es convertirla en una tecnología accesible, es decir, que sea asequible y útil fuera de un laboratorio especializado”, relata a El Mundo Christopher James, profesor de Ingeniería Biomédica en la Universidad de Warwick.
La idea de aplicar esta tecnología a los juguetes, recuerda, surgió a la hora de preparar las actividades que realiza para fomentar las vocaciones en el campo de la ingeniería: "Tengo un grupo de estudiantes que cada año va a colegios para animar a los niños a interesarse por las Ciencias, la Tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas a través del emocionante campo de la Ingeniería Biomédica. Pensé que sería una buena idea combinar la tecnología del interfaz cerebro-ordenador, que ya se puede comprar (como los auriculares Mindflex) y conectarlos a un juego rápido, como el Scalextric, para demostrar el potencial de esas ramas de una forma divertida”, explica el investigador a través de un correo electrónico.
"Aunque las interfaces cerebro-ordenador ya existen, todavía hay en el mercado pocos auriculares para jugar y su funcionalidad es bastante limitada. Nuevas investigaciones están permitiendo que los cascos puedan leer las señales de una forma más limpia y fuerte, lo que se traduce en vínculos más fuertes entre el usuario y el juguete o el juego, consiguiendo una experiencia de gran inmersión”.
La compañía Scalextric, señala, ha estado en contacto con ellos, aunque "sólo para conocer esta forma divertida de utilizar su juguete”. Por su parte, admite que no tiene planes para desarrollar comercialmente juguetes controlados por la mente. Sin embargo, debido a que la tecnología ya existe, considera que en cuanto haya interés por comercializarlos, estarán en el mercado muy pronto: "Mi opinión es que no pasará mucho tiempo para ver auriculares BCI comercializados junto a juguetes tan populares como éste, como un dispositivo alternativo para controlarlos”, afirma.
Estimar su coste, añade, es complicado. Sin embargo, teniendo en cuenta que unos auriculares BCI no cuestan mucho más de 100 libras (unos 115 euros), cree que el precio no se incrementaría sustancialmente respecto a la versión convencional de estos juguetes.
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