En la revista Expansión Jurídica, en el artículo publicado el año 2016 con el título “La inteligencia artificial revoluciona las firmas legales”, se menciona que todos los humanos cuentan con robots que les ayudan a llevar a cabo las labores diarias de manera más eficiente y rápida. Se trata de la película de ciencia ficción “Yo robot”, cuyo argumento, sin embargo, ya se está empezando a hacer realidad en el sector jurídico. Después de años en los que todos los gurús del management y sólo un número reducido de abogados hablaran de la necesidad de apoyar el trabajo jurídico en soluciones basadas en la inteligencia artificial, ahora se está produciendo un cambio en el modelo de negocio enfocado a ganar competitividad. Para ponerse al día, los grandes despachos de abogados internacionales se encuentran firmando acuerdos con grandes empresas, start-up y consultoras tecnológicas, que están desarrollando herramientas ad hoc para el sector jurídico. Poco a poco, se están lanzando nuevos proyectos, liderados en su mayor parte por profesionales ajenos al mundo del Derecho, que pretenden que la tecnología supere los procesos rutinarios que, hasta hora, ocupan buena parte de las horas de, sobre todo, los abogados más júnior.
En el artículo de IBM, publicado el año 2016 con el título “IBM Watson: La tecnología cognitiva que abre una nueva era de la computación”, se señala que durante los últimos años se han popularizado los dispositivos móviles inteligentes, las redes sociales y la Internet de las Cosas. Esta tecnología genera cada día dos mil quinientos millones de gigabytes de datos. Esto es la misma cantidad de información que si se repartiera ciento setenta periódicos cada día a cada mujer, hombre o niño de este planeta. Toda esta información, en todos los formatos posibles: vídeo, audio, texto en libros, en posts, en blogs, en redes sociales, en bases de datos de empresas, en sensores en la calle y otros, requiere de herramientas analíticas capaces de analizar su enorme cantidad y variedad de formatos. Esto es solo posible con la computación cognitiva, porque hasta ahora los sistemas tradicionales solo podían analizar la información estructurada y almacenada en las enormes bases de datos empresariales. Sin embargo, los sistemas cognitivos tienen nuevas capacidades que les permiten ir más allá: (1) No se programan como las computadoras actuales. (2) Entienden el lenguaje natural de las personas. (3) Son capaces de analizar imágenes médicas. (4) Son capaces de analizar la información de la Internet de las Cosas. (5) Son capaces de aprender de la información que van captando. Gardner, en el libro publicado el año 1987 con el título “La nueva ciencia de la mente: Historia de la revolución cognitiva”, señala que la ciencia cognitiva es un campo interdisciplinario, de base empírica, preocupado por el estudio de la naturaleza de la mente humana. En ese estudio también están comprometidos aspectos epistemológicos, motivo por el cual dicho autor definió la ciencia cognitiva “como un empeño contemporáneo de base empírica para responder a interrogantes epistemológicas de antigua data, en particular los vinculados a la naturaleza del conocimiento, sus elementos componentes, sus fuentes, evolución y difusión”
En el artículo de la red de la madre naturaleza, publicado el año 2012 con el título “7 supercomputadoras que cambian el mundo”, se indica que desde el nacimiento de Watson, la asombrosa máquina diseñada por IBM que logra procesar un millón de libros por segundo y que ha sido participante en el programa de preguntas de los Estados Unidos de América “Jeopardy”, la gran mayoría de quienes tienen relación con temas de Derecho e Informática han imaginado que en algún punto en un futuro no muy lejano esta máquina desplazará a los abogados y el razonamiento que estos realizan. Katz y sus colegas, en el artículo publicado el año 2014 con el título “Predicción del comportamiento de la Corte Suprema de los Estados Unidos: Un enfoque general”, se indica que, aunque Watson ha logrado predecir con un setenta por ciento de fiabilidad los fallos que se emiten en la Corte Suprema de Justicia con los datos con que se ha alimentado su sistema, difícilmente reemplazará a los juristas y su razonamiento. Lo que si será posible, y que al día de hoy ya sucede en algunos aspectos es que Watson logre ayudar a descifrar problemas legales de mayor complejidad, colabore con la necesidad de razonar problemas jurídicos, y permita conocer con mayor habilidad para la explicación de cómo es que quienes interpretan el Derecho logran crear distintas versiones unas de otras.
Zamora, en el artículo publicado el año 2015 con el título “Inteligencia Artificial y tecnologías disruptivas en la aplicación del Derecho”, señala que Ross es un sistema diseñado para facilitar labores a los operadores del Derecho exclusivamente. La diferencia es que Ross se creó con el fin de complementar a Watson en el área del Derecho; mientras que Ross podría ser el abogado al que se llama para que colabores con un problema legal exclusivamente, Watson es el amigo al que se llama para preguntarle cualquier cosa que se pueda imaginar a nivel general. Ross funciona de forma que a través de la inclusión de las bases de datos de miles de documentos legales, estatutos, legislaciones, normativa, doctrina, y jurisprudencia genera una respuesta. A la hora de dar sus respuestas, Ross incluye citas legales de los fallos, indica los artículos para una posterior lectura, e incluso emite una valoración estadística como índice de fiabilidad para que los abogados tengan mayores herramientas a la hora de preparar sus propios casos. Pero Ross no se limita únicamente a esto, al ser un sistema cognitivo computacional tiene una programación que le ayuda a aprender de acciones anteriores, lo que permite que sus dictámenes y decisiones sean modificables en el tiempo y que también tengan un nivel de precisión mayor de acuerdo al uso que se le dé y la información que este analice, permitiendo a los abogados también contar con una herramienta mucho más adaptada a la realidad actual. Asimismo Ross realiza una supervisión continua veinticuatro horas al día sobre nuevas decisiones judiciales que pueden afectar el caso que uno se encuentre llevando y que haya incluido dentro del sistema de Ross. Es entonces Ross, un sistema inteligente que logra aprender y superarse por medio de sus propias actuaciones así como de las actuaciones de terceros que se analizan en su base de datos.
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