Es difícil dar
con ellos, muy difícil. No tienen WhatsApp, no usan Telegram, odian
Facebook, no sienten la más mínima traza de amor por Instagram, no
quieren ni oír hablar de Twitter, no hay ningún rastro de ellos por
Internet, algunos no poseen ni siquiera una cuenta de correo electrónico
y, los que la tienen, la abren sólo muy de vez en cuando.
Son
los ´desconectados´, una nueva tribu urbana compuesta por personas que
han decidido darle la espalda a internet y vivir off-line.
Un pequeño ejército nada ruidoso que casi siempre pasa desapercibido pero que no deja de crecer.
Se
les puede reconocer porque en los bares, en los restaurantes, en el
bus, en el tren, en el trabajo y allá donde vayan suelen ser los únicos
que no están pendientes del teléfono móvil.
De
hecho muchos de ellos no tienen y, los que sí, llevan viejos celulares
de esos sin conexión a Internet que sólo sirven para hacer o recibir
llamadas.
"Hartos"
Los
hay que han dicho adiós a la Web porque se dieron cuenta de que se
estaban convirtiendo en adictos. Otros huyen porque estaban hartos de la
vida virtual y deseaban recuperar la vida real. Y quienes se
desconectan por motivos ideológicos, porque no le gusta la filosofía que
transpira Internet.
ENRIC PUIG PUNYET, DE 36 AÑOS, DECIDIÓ DESCONECTARSE DE LAS REDES SOCIALES HACE UN AÑO Y LLEVA MEDIO AÑO SIN TELÉFONO MÓVIL.
No faltan los que la esquivan en nombre de la privacidad, porque no quieren que sus datos circulen por ahí. Hay de todo.
Enric
Puig Punyet es uno de ellos. Este español de 36 años, doctor en
Filosofía, profesor, escritor, artista y líder de la banda de música
indie Plexyglas es un desconectado.
No
sólo eso: el asunto le interesa tanto que ha escrito un libro - "La
gran adicción", publicado en España por la editorial Arpa- en el que
recopila casos reales de personas que, deseosas de recuperar el contacto
directo con los demás y consigo mismas, han decidido desconectarse.
Charlamos con él.
¿Cuánto tiempo llevas desconectado?
De redes sociales, un año. Sin smartphone, medio.
¿Por qué decidiste desconectar?
Para
escribir mi libro ´La gran adicción´ tuve que ponerme en contacto con
personas que, por distintos motivos, decidieron desconectar
completamente de Internet.
A
través de ellos me di cuenta de hasta qué punto la hiperconexión a la
red puede ser perjudicial para nosotros, y decidí abrazar su filosofía
tanto como me fuera posible.
¿Pero es posible vivir desconectado? ¿No te limita profesional y socialmente?
Es posible sólo en algunos casos. Y deseable también sólo en algunos casos.
Para
la mayoría de nosotros, la desconexión debería ser un ideal
irrealizable que nos sirviera para estar alerta, para hacernos
constantemente preguntas acerca de cómo nos conectamos, cuándo y por
qué.
PARA
ESCRIBIR SU LIBRO, PUIG SE PUSO EN CONTACTO CON PERSONAS QUE, POR
DISTINTOS MOTIVOS, DECIDIERON DESCONECTAR COMPLETAMENTE DE INTERNET.
¿Qué es lo que te parece tan perverso de Internet para haber decidido darle la espalda?
La Internet participativa, que mayoritariamente es la modalidad en que lo estamos viviendo, busca nuestra dependencia.
Al
tratarse casi en su totalidad de plataformas vacías que se nutren de
nuestro contenido, interesa que estemos a todas horas conectados.
Esta
dinámica la facilitan los teléfonos "inteligentes", que han provocado
que estemos constantemente disponibles y nutriendo a la red. Este estado
de hiperconexión conlleva sus problemas, que estamos empezando a ver.
Nos resta la capacidad de atención, de proceso en profundidad e incluso de socialización.
Tú
eres filósofo, ¿crees que Internet subyace alguna filosofía o
ideología? ¿No es un medio neutro que simplemente facilita las
comunicaciones?
A menudo se dice que Internet es una herramienta neutra y que depende de cómo la utilicemos. Esto es una simplificación.
Supone
no entender que detrás de Internet hay una ideología y una historia. En
el último capítulo de esta historia, que se remonta al año 2000,
emergió un modelo de negocio cuyas ganancias dependen del tiempo que
pasemos los usuarios en Internet.
Las
plataformas y aplicaciones que han surgido desde ese momento se han
configurado bajo esa premisa, lo que les aleja de esa falsa idea de
neutralidad.
PARA
MUCHOS, DESCONECTARSE DE INTERNET FUE UNA TAREA ARDUA. TAL COMO DICE
PUIG, ESTO DEMUESTRA UNA VEZ MÁS EL GRADO DE DEPENDENCIA QUE ESTAS
TECNOLOGÍAS NOS HAN LLEGADO A GENERAR.
¿Te
sientes un bicho raro? ¿Has tenido alguna vez la impresión de que los
demás te ven como un extraterrestre por haber decidido vivir
desconectado?
Cualquier
acto de desconexión, ya sea total o parcial, debería entenderse como
una medida de resistencia que desea compensar una situación que se
encuentra descompensada. Personalmente, me he encargado de que en mi
círculo se perciba así.
Quienes
me rodean saben que comunicarse conmigo les comporta cierta limpieza
digital, un espacio en el que lo físico y lo presencial vuelven a ser
importante. Se trata de hacerlo ver como un beneficio, y no como una
pérdida.
¿Te costó mucho lograr desconectarte? ¿No has sufrido síndrome de abstinencia?
Yo
no lo he padecido porque fue una desconexión gradual, y cada paso era
una respuesta a las preguntas que indirectamente me iban planteando
personas que habían logrado con éxito la desconexión.
En
muchos de esos casos, sin embargo, fue una tarea ardua, lo que
demuestra una vez más el grado de dependencia que estas tecnologías nos
han llegado a generar.
¿Qué es lo más duro cuando se desconecta?
Darse
cuenta de que la pérdida en cantidad de comunicaciones se compensa con
la calidad. Y vencer ciertos automatismos que nos han llevado a perder
capacidades tan dispares como la improvisación, la apreciación del
silencio o la orientación.
Hay que ser capaz de recuperar estas facultades y entender que en su recuperación está la riqueza de la desconexión.
¿Qué es lo más gratificante de la desconexión?
La recuperación de la atención. Sólo una lectura a la vez, sólo una conversación a la vez.
La
multitarea, que es uno de los dogmas sobre los que se sustenta la
digitalización, es una idea falsa. A lo que nos lleva es a reducir la
intensidad de nuestras acciones y nuestras percepciones a costa de poder
hacer varias a la vez.
"LA
GRAN ADICCIÓN" RECOPILA CASOS REALES DE PERSONAS QUE, DESEOSAS DE
RECUPERAR EL CONTACTO DIRECTO CON LOS DEMÁS Y CONSIGO MISMAS, HAN
DECIDIDO DESCONECTARSE.
¿Has tenido recaídas?
Ninguna.
Lo que me propuse, que es utilizar Internet cuando yo lo precisara, sin
caer en sus garras, lo he cumplido hasta el día de hoy.
¿En qué ha cambiado tu vida desde que decidiste desconectarte? ¿Echas algo de menos de tu vida como conectado?
No
echo nada de menos. Utilizo Internet para muy poco. Básicamente para el
correo electrónico, para buscar cierta información y para comunicarme
con mis alumnos, puesto que soy profesor en la UOC, una universidad en
línea.
Si en algún momento
lo necesito para algo más, ampliaré mi uso. No soy ningún dogmático.
Simplemente, he valorado y he decidido marcar unos usos concretos que se
adaptan a mi situación y palian algunos inconvenientes.
¿Crees que en los próximos años el número de personas que decidan desconectarse aumentará?
Efectivamente,
porque habremos pasado los primeros años de enloquecimiento por lo que
nos ofrece y lograremos un estado de madurez.
En
ese estado, tan legítimo será el discurso de alguien que opte por pasar
mucho tiempo en internet como otro, contrario, de quien decida pasar
muy poco tiempo ahí.
El
estado de madurez se caracterizará por no ver sólo las ventajas de
internet, sino también sus inconvenientes. Y entonces posturas
contrarias podrán coexistir sin problemas.
PUIG
DICE QUE NO ECHA NADA DE MENOS AL ESTAR DESCONECTADO. "UTILIZO INTERNET
PARA MUY POCO. BÁSICAMENTE PARA EL CORREO ELECTRÓNICO".
¿Crees posible que Internet deje algún día de ser omnipotente y omnipresente?
Creo
que Internet participativa se transformará. El gusto por compartir la
vida privada irá diluyéndose, y se sustituirá por usos de la red más
profesionales o pseudoprofesionales.
De
hecho, esto lo estamos viendo ya. Esta nueva forma también tendrá sus
problemas, muy vinculados a las nuevas formas que tomará el mundo
laboral. Deberemos estar atentos a los problemas que nos generará.
Ante todo, nunca dejar de preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos.
La inmensa mayoría de la gente utiliza Internet. ¿Puede tanta gente estar equivocada?
No
es cuestión de estar o no equivocados. Gran parte del atractivo de las
tecnologías digitales está diseñado por compañías que desean nuestro
consumo y nuestra continua conexión, como sucede con tantos otros
ámbitos y, en general, como es la base del consumismo.
El
problema es que, por la historia particular que tiene Internet, se ha
caracterizado como servicio público y este otro elemento, que ya debería
ser evidente, ha quedado sepultado bajo el discurso de que Internet es
una herramienta al servicio de las sociedades.
¿Qué argumentos emplearías para convencer a alguien de que se debe desconectar?
No
querría convencer a nadie de que se desconectara. Sólo de que escuchara
el discurso de los desconectados como una voz que conviene tener en
cuenta y que quizá contribuirá a que se cuestione ciertos
comportamientos que ha automatizado.
¿Cómo
crees que influye Internet en los jóvenes, en los nativos digitales?
¿Crees que a ellos les puede resultar más difícil desconectarse? Muchos
no conciben su vida sin Internet.
Creo que haber vivido o no sin Internet no es un elemento importante a la hora de apreciar las ventajas de la conexión.
En
cambio, la ventaja de las generaciones más jóvenes es que nunca se han
visto hipnotizados por las novedades de las tecnologías digitales.
Para ellos, es una realidad más, que se puede aprovechar o desechar según convenga.
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