07 agosto 2017

Roy, el universitario que se divierte con la tecnología.



La información va a un pequeño controlador que procesa todos los ángulos del movimiento del brazo para mandar la señal digital a los servomotores, que cumplen la función de actuadores”, describe Ronald Mamani Mamani en el taller donde está una parte de sus creaciones.

De esa manera intenta explicar la estructura que emula los movimientos de un brazo humano. A través de cables, transistores, motores y baterías, Roy —como prefiere que lo llamen— muestra sus proyectos para mejorar la vida de los demás. “Es lo que más me importa, vivir haciendo lo que realmente me gusta”, comenta este joven universitario que dedica su vida a la creación de equipos electrónicos, en especial robots de competición, figuras animatrónicas y, en especial, exoesqueletos, estructuras mecatrónicas que sostienen el cuerpo desde afuera.

El equipo que prefería de niño era el tocadiscos de la familia, pero no era precisamente para escuchar música, sino que esperaba el momento en que fallara algo con el fin de desarmarlo, pensando que lo podía arreglar, aunque muchas veces ocurría lo contrario. Si bien sus padres (María Irene Mamani y Miguel Angelino Mamani) le hicieron tomar conciencia acerca del cuidado de los objetos, rompió esta regla en varias ocasiones, confiesa con una sonrisa de satisfacción.



El invento que tiene como objetivo ayudar a caminar a las personas parapléjicas. El visor con sensores que puede ayudar a los no videntes.

Criado en los campos fértiles de Achocalla, puede decirse que es un privilegiado de la vida, ya que comparte su apego por la tecnología con la tranquilidad de un espacio donde hay animales y arados, árboles y una laguna que forma parte de su jardín. Con 27 años cumplidos y con un peinado largo y degradado en el flequillo —de estilo asiático muy de moda—, su casa se encuentra al final de un camino estrecho y ondulante de tierra, como si se tratara de un laberinto, de un reto para los invitados.

Su habitación se asemeja a una juguetería llena de aparatos electrónicos. Desde encima del ropero, al menos 15 muñecos animatrónicos parecen observar a los visitantes, mientras que una pared está adornada con drones pequeños, como si fueran moscas negras con toques fluorescentes. “Nuestro sistema educativo es un poco ‘cuadrado’”, comenta Roy sobre su paso por el colegio, donde no sintió el respaldo necesario, sino de sus profesores de básico, quienes le ayudaron a armar aviones con hélices que se movían con pequeños motores y un parque cretácico con dinosaurios a escala. Lo importante para él era emplear la imaginación al máximo, incluso cuando reunía piedras para armar sus sueños. “En esa etapa me di cuenta de que podía crear lo que quería”, afirma.

Al final, decidió dedicarse a la electrónica el año en que cumplió su servicio militar, en el Grupo de Artillería y Defensa Antiaérea (GADA) 94, en Tarija. “Podemos hacer todo, pero lo que no nos perdona es el tiempo”, reflexionaba acerca de la vida. Fue así como su siguiente objetivo fue estudiar ingeniería robótica, una carrera que no existe en Bolivia, por lo que se inscribió en ingeniería electrónica en la Universidad Pública de El Alto (UPEA).

Parte superior del traje de Iron Man creado por Roy.

Cada una de sus frases tiene un mensaje profundo, como “todo depende de tus decisiones, no de tus condiciones”, en referencia al sacrificio de sus progenitores para fomentar sus inquietudes, como las cerraduras de las puertas de su casa, que funcionan con códigos numéricos. Además de la carrera universitaria que está a punto de concluir, de manera autodidacta se ha especializado en electrónica, sistemas, mecánica y mecatrónica, que le sirvieron para armar piezas que sean funcionales en la vida diaria de las personas que sufren alguna discapacidad.

“Las personas que tienen conocimiento no son las que cambian el mundo, sino las personas que tienen necesidades”. Por esa razón ha dedicado parte de las noches y las madrugadas para crear un brazo mecánico que emula los movimientos humanos, mientras que para quienes carecen del sentido de la vista tiene un visor que alerta de la cercanía de objetos.

Por ahora su mayor proyecto es armar un mecanismo electrónico que permita que una persona parapléjica se ponga de pie y que, después, pueda caminar. Las muestras que tiene en su casa son versiones antiguas, que de a poco las está perfeccionando, por lo que agradece el apoyo de sus padres, hermanos y amigos.

Un brazo mecánico que emula los movimientos humanos.

Como no todo en la vida es trabajo, Roy se desestresa con la construcción de robots de competición —que tienen sensores para detectar a su contrincante y atacarlo— y un traje de Iron Man que cuenta con un sistema electrónico que imita el sistema del héroe de ficción. “Aunque parezca loco, me gustaría mejorar mis capacidades físicas como ser humano”, dice Roy, quien si bien está consciente de que la tecnología en Bolivia está atrasada con respecto a otros países, no pone como excusa para seguir investigando y perfeccionando sus ideas, ya que está convencido de que es un creador que quiere ayudar a la gente.


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