28 diciembre 2024

Bolivia, ante el desafío de generar leyes contra el cibercrimen

 Andrea nunca imaginó que un mensaje de WhatsApp cambiaría su vida. Una noche, recibió un texto de un supuesto amigo pidiendo ayuda para recuperar su cuenta bloqueada. La conversación parecía natural: detalles personales, tono familiar y una solicitud aparentemente inocente para recibir un código. Al compartirlo, sin darse cuenta, Andrea permitió que los estafadores accedan a su cuenta bancaria, dejando su saldo en cero en cuestión de minutos.

Este caso es solo uno de cientos que ocurren en Bolivia y en el mundo. El cibercrimen se ha convertido en una amenaza real que avanza al ritmo de la tecnología, aprovechando vacíos legales y la falta de conciencia digital para expandirse. El robo de identidad, la extorsión, el ciberacoso y la manipulación de datos son solo algunas de las modalidades que afectan a personas, instituciones y empresas.

“No podemos tener un solo aspecto humano que carezca de regulación, más aún cuando éste puede implicar un riesgo para la humanidad”, afirma Joaquín Vásquez, director de la carrera de Derecho de Unifranz El Alto. “La tecnología puede facilitar la vida, pero también plantea amenazas que debemos afrontar con normas claras y efectivas”.

El cibercrimen aumenta en Bolivia

El cibercrimen engloba una serie de delitos informáticos que incluyen ataques a computadoras, redes o dispositivos para obtener información o beneficios económicos. 

Según datos de la Policía Boliviana, sus unidades de Cibercrimen reciben denuncias diarias sobre:

  • Estafas digitales: mensajes fraudulentos que buscan engañar a usuarios.
  •  Suplantación de identidad: robo de información personal para extorsionar.
  • Ciberacoso: acoso constante a través de redes sociales y plataformas digitales.
  • Manipulación de datos: accesos no autorizados a sistemas de información.

La pandemia aceleró la adopción de tecnologías digitales, impulsando el comercio electrónico, la banca online y el teletrabajo. Sin embargo, este salto digital también expuso a muchas personas y organizaciones a ciberataques. Las plataformas sociales y los sistemas de transacciones en línea son hoy terrenos fértiles para los delincuentes.

Leyes insuficientes ante una amenaza global

Bolivia cuenta con algunos avances en materia legal, como la Ley de Telecomunicaciones que regula el comercio electrónico, las firmas digitales y la comunicación de datos. También, el Código Penal que tipifica ciertos delitos, como:

  • Manipulación informática (Art. 363): alteración no autorizada de datos digitales.
  • Acceso indebido de datos (Art. 363): obtención o uso de información confidencial.
  • Acoso cibernético: normado en el Código Niño, Niña y Adolescente.

Sin embargo, las leyes existentes son insuficientes frente al rápido avance de los ciberdelincuentes. 

“Vivimos en la era de las redes sociales, donde la información no está en un lugar físico sino en servidores, la nube o dispositivos personales. Necesitamos una regulación que considere esta realidad y tenga alcance global”, sostiene Vásquez.

Uno de los grandes problemas radica en la falta de denuncias. Muchos afectados prefieren no reportar los delitos por temor, desconocimiento o la percepción de que no recibirán justicia. Además, los casos que sí llegan a estrados judiciales enfrentan dificultades por la ausencia de pruebas contundentes y la capacidad de los criminales para mantenerse en el anonimato.

Regulación y educación digital

Combatir el cibercrimen en Bolivia requiere un enfoque integral que combine legislación actualizada, tecnología y educación. Las siguientes acciones son fundamentales:

  • Fortalecer la legislación: actualizar las leyes vigentes e incorporar nuevas normas que tipifiquen los delitos cibernéticos con claridad.
  • Promover la educación digital: capacitar a la población sobre ciberseguridad, protección de datos y buenas prácticas en línea.
  • Fomentar la cooperación internacional: trabajar con otros países para rastrear y combatir el cibercrimen de manera conjunta.
  • Invertir en ciberseguridad: dotar a instituciones públicas y privadas de tecnología para prevenir y responder a ataques.

“No podemos permitir que la tecnología se convierta en una herramienta al servicio de la delincuencia”, enfatiza Vásquez. “Como profesionales del derecho, debemos crear normas que protejan a la ciudadanía en el mundo digital y que disuadan a los criminales”.

En Bolivia y el mundo, el cibercrimen no es un problema del futuro, es una realidad del presente. Las estafas, los hackeos y la suplantación de identidad son solo algunos ejemplos de cómo la falta de regulación puede dejar a la ciudadanía desprotegida.

Actualizar las leyes, educar a la población y fortalecer la cooperación internacional son pasos imprescindibles para enfrentar esta amenaza creciente. Mientras tanto, historias como la de Andrea deben servir como un recordatorio de que nadie está exento y que la protección en el mundo digital comienza con la prevención y la conciencia.


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